Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
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Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
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domingo, 8 de diciembre de 2013

 
Insurrección.  (A Georges Gordon Byron y Eugene Delacroix)


Surgida de la tierra como una flor pretérita,
nacida en la umbría primavera del mundo
con la simple apariencia de una piedra
en el humus oscuro del tiempo resignado,
y sin embargo hembra, mujer, palabra desvelada,
mujer desde el silencio mujer desde la espera
y la memoria, mujer desde el olvido.
A ti te ha sido dada la  mirada frutal
de la pasión y el beso, tú la elegida,
tú el amor, tú sola la que dicta
la  belleza y el sentido del mundo.
 
Deja caer el lienzo que aún cubre
tu  íntegra belleza , la tierna comisura
bajo los pliegues tallados de la piedra
porque el hambre, el hambre que me inunda  la boca
no es otra cosa que hambre
de la piedra que ocultas tras la piedra.

Millones de miradas rodearon la piedra
que  no es piedra,  sino mujer oculta,
hambre perdida en el arcano  del hombre
blanca soledad de piel caliza, de estancia desolada,
arcaica soledad,  enterrado  su amor, vejado y destruido.
 
Y en el tránsito escondido de los siglos
olvidaste tu abrazo,  las manos que aceptaron
la fruta de la vieja discordia y has borrado en tus labios
la sonrisa enigmática  de las ‘korai’,  
el secreto misterio  de las diosas del Nilo,
la sangre que de pronto se incendiaba en tus venas
de mármol  bajo el beso  roto y enamorado
de Pigmalión, oh Afrodita de Melos!
Oh tus brazos, tus brazos, invisibles
porque abrazan el mundo!

Pero la luz de cobre que ilumina los cuerpos mutilados,
la belleza violada, los arrasados campos,
la espantosa matanza de la isla de Quíos,
llama a la insurrección, convoca a sacudir
el yugo ya insufrible de los Persas.
En el día en que  la blanca belleza que aflora
del pasado, lanza su grito blanco de libertad.
 
Patria mía, hoy tan bella y perdida:
Levántate como esta piedra sublime y exhumada.
Ella,  la que convence al héroe que habita
tras muros de silencio y le ha prestado
los brazos para abrazar la patria
que expira en Missolonghi.

Y ha caído a tus pies la dorada manzana
que sembró la discordia
y tus manos se abren en la perenne  súplica
y tus versos sollozan sobre las tristes ruinas
del templo de la virgen surgida de la mente
de un dios como un poema.

Casta diva, desde el templo inmortal
vuélvenos  el  semblante desvelado!
Volverá a escucharse nuestro canto de guerra
exigiendo la sangre corrupta y predadora
del vil y el poderoso. Una diosa nos  llama
a la rebelión y el azul ancestral
de un oleaje antiguo batirá  el occidente
y romperá los lazos que nos atan ahora.

Se encenderán los versos en el largo
cañón de los fusiles, brillará su destello
en el filo curvado de los sables
y llamará el poeta a tus hijos dispersos
que vuelvan a llenar las copas con el vino
ardiente para romperlas al empuñar las armas.

De nuevo recobrada la libertad perdida, 
quebradas las cadenas de su opresión última,
como una flor antigua surgida en la sombría
primavera y en el humus antiguo, mecida entre tu brazos
tus brazos insurrectos, tus brazos, oh tus brazos,
tus brazos invisibles porque abrazan el mundo!


A.Piquer  Diciembre 2013

 
 

miércoles, 2 de octubre de 2013

 
 
 Fanny
 

                                                                          




                                                                                                (A Fanny Vlaminck)
 
Corre el ochenta y tres y el mes de Marzo;
he tenido hace días un sueño entristecido
de nevadas cimas y un viento desolado y repentino.
Hoy leo en las noticias que un accidente aéreo
ha ocurrido en el vuelo de Patna a Katmandú.
Georges Remy iba en él, era Hergé,
el padre de Tintín, tal vez Tintín él mismo
-parcequ’on a dit que Hergé c‘etait Tintín lui méme-
 
Hace tiempo la vida le trajo un sueño blanco
y soñó que volvía al tiempo ya perdido de juventud
y un beso emocionante se posaba en sus  labios.
 
Ella entraba feliz en los estudios
y ocupaba su mesa que habitaban intensos 
los colores  del gouache y la acuarela,
los azules del jersey de Tintín y el capitán Haddock
y las sombras sutiles de la nieve caída
en las cumbres del Tibet.
Era solo su risa y su esperanza lo único
que empujaba a Tintín a seguir en la búsqueda
de una caída estrella misteriosa.
Era ella misma la que estaba perdida
en las cimas heladas de los sueños más bellos,
ella, la ensoñación sobre la flor de un loto azul.
Tintín , Haddock, Milú, todos le habían dado
su corazón y lo sabía.
 
En Moulinsart la lluvia hoy se abate con fuerza
y el suelo se ha poblado de las hojas ya secas
de un desabrido otoño. Quizá Nestor consiga
traernos un paraguas cuando ya haya escampado
pero un tiempo implacable de soledad y viento
batirá inclemente el fermentado humus
de la risa y los besos caídos en la tierra.
 
Y ahora que este infecundo estío ha marchitado
las flores  de la última primavera
que  Peggy Alcazar impuso su gesto desabrido
y Bianca Castafiore ya no ríe al verse
tan bella en este espejo. Ahora que han vuelto al mar
sus besos y su nombre se borra en las sendas ocultas
donde mis pasos antes la seguían,
 y ahora que la playa se ha quedado desierta, 
desolado y violeta el crepúsculo oscuro se oye
con la nostalgia extraña de una música zíngara.
 
Quizá ella aún pueda arrojar su bufanda
amarilla al vacío, que se quede prendida
entre el risco escarpado y se vea a lo lejos
y sepa que me llama, que necesita al fin que la rescate
del tedio abominable de los días.
 
Como un diamante oculto en la imagen tallada
de un extraño fetiche con una oreja rota,
como el tesoro antiguo que escondió en un enigma
el cruel Rackham el Rojo, como Tchang secuestrado
por el Migú en las cumbres  ignoradas del Tibet,
ahora lejana, Fanny!

Pero no, Hergé no ha muerto!
Hay un superviviente   en el vuelo abatido                                            
de Patna a Katmandú, el vuelo 714
secuestrado a Pulao Pulao Bompa.
Hergé, Tintín y yo iremos a buscarla,
volverá nuestro abrazo y un beso emocionante
a cruzarse en sus labios unidos a los nuestros,
y ya no habrá final para nuestra aventura.

 Regresarán sus besos y su nombre, 
será otra vez el mar cantando en las rompientes
 acariciando la arena de la playa
y habrá en el corazón un Arco Iris
por la lluvia  y el frío de su ausencia
y el sol de la esperanza de  que regrese un día.

martes, 30 de julio de 2013


Un hombre y una mujer.

 
Aprendíamos despacio un nuevo idioma
para hablar  con la vida, entendernos con ella,
comprender su mensaje y su promesa.
Aprendíamos que tenía momentos
de intensidad profunda  donde  era poesía  
y  belleza su palabra.  Lo contaban
Truffaut, Rohmer, Godard, Lelouch:
Aquella foto en sepia del hombre a contraluz
paseando a su perro en el crepúsculo
o aquel  audaz travelling circular rodeando
la belleza del amor sobre la playa desierta
donde solo se oía el rumor de las olas
y el estridente grito de los pájaros.
 
Comenzamos la vida al borde de un arroyo
nuevo y tumultuoso y  también fuimos
un hombre y una mujer  y nuestras voces
cantaron quedamente  bada  bada  ba, bada bada ba,   
y creímos en ella como una posibilidad,  como una esperanza;
un hombre y una mujer forjando una vez más
la trama del azar, el corazón alegre,
con la música   dulce y vital de una rítmica samba,
haciendo la elección de un romance
que una y otra vez inevitablemente terminaba.
 
Los años  han pasado como en una carrera
de antiguos automóviles, como piezas históricas,
(ya terminaron las 24 Horas de Le Mans
Y el Rally de Montecarlo)
retirados en la noche lluviosa de tan largo trayecto,
los encuadres, los planos, las secuencias
intensas de los días pasados, transcurridos
como en una película  sin que apenas
recordásemos los detalles del script o el atrezzo
para poder  rodarla con cierta coherencia.
 
Y ahora,  tras todos nuestros suicidios,
transcurridos los años hubiéramos querido
que nuestras voces hubiesen dominado este tumulto,
que nos hubiesen amado como a héroes.
Y al final, sin embargo,   nos tomarían  por idiotas
que se han quedado aquí, haciendo círculos en el agua.
 
Mais, aujourd’hui  c’est  toi  y con nuestro pasado
como guía quisiera reencontrarte sobre la arena
de la playa desierta,  en la última estación
al final del trayecto de este tren detenido
para abrazarte amor, ya para siempre;
volver a ser un hombre y una mujer,  bada bada ba,
aunque no hubiese cámara que hiciera
con travelling audaz y circular, de nuestro abrazo
tan solo una película, porque en la larga sombra
que ahora proyectamos, en  el nombre  de nuestro amor
antiguo, hay ya  cierto sabor de un algo eterno.
 
A.Piquer  30 Julio 2013



domingo, 28 de julio de 2013


"Olympia"  Edouard Manet  1863
 
 Olympia
 
¡Amante, amante era el destino de la luz!
 (Vicente Aleixandre. Sombra del Paraíso)

He sabido tu nombre de hembra de carne y hueso
detrás de ese otro nombre de piedra blanca
que convoca a los dioses,  de urbe grandiosa y sacra
tornada en llamarada de luz pintada  al óleo.

Ayer  te contemplaba  en el almuerzo
sobre la hierba cálida y volvías tus ojos
con calma indiferente . Parece que estuvieras
siempre desnuda como una flor nacida
en la blanca primavera del mundo
solamente esperando la  sucesión de tus amantes
y la mano que cubre tu sexo último
reservase su gozo más glorioso
al  futuro susurro mineral de la noche.

Con ojos asombrados te descubre,
su contrapunto de oscura tez,  felina ocultamente
y te ha traído a ti, menguante luna despejada y traslúcida,
envueltas  en   papel   como en un oleaje
las flores en el agua que llegasen
hasta la arena blanca de tu piel como una playa.
 
Y he sabido tu nombre mademoiselle  Victorine,
la gargantilla negra  rodeando tu cuello,
la línea que separa la discreción serena
en la voz y los labios y la pasión desmedida
de tu piel, la convulsión del instinto y de la sangre,
del sexo desatado como un río, helado manantial
en el fragor silencioso de lo oscuro,
blanquísima tu piel sobre el blanco del lienzo,
sagrada meretriz, inmarcesible hembra,
isla casi infantil habituada al golpe de las olas,
símbolo taoísta, naciente sol, alma tan solo!
Solamente  la larga  travesía de una nave pretérita
naufragada de óxidos llegaría hasta ti sobre el océano
del tiempo ineluctable donde flotan los icebergs.
 
No me importa. Quien pudiera haber dicho:
“con ella hice el amor, la Olympia de Manet,
en su boudoir francés verdoso y pardo,
sobre el frío lejano de un continente blanco,
sobre su lecho blanco de remetidas sábanas,
sobre el mantón bordado de dorados flecos;
que recogí su orquídea y la puse otra vez
en su pelo castaño ya mitigado su jadeo y su éxtasis.
Que fue allí  tropical crepúsculo encendido
como una sombra de alas violeta,
como la soledad de una herida en el cielo,
como el dolor de su luz agonizante.

El tiempo es el amante que rechazas
y al que niegas tu sexo. Ya no puede  tocarlo
porque en su clara  hondura de gozo insuperable
late el misterio del arte y de la historia
que cantan para siempre la única pasión,
la fiebre de la especie, el sagrado placer  
de la  perfecta  unión entre los cuerpos.
¡Hembra blanca y desnuda  ofrecida por siempre
como única razón ante la muerte!

 

A.Piquer  28  Julio 3013

 

sábado, 13 de julio de 2013




"De dónde venimos? Quienes somos? A dónde vamos?" Paul Gauguin 1897.















A Paul Gauguin

 I.- De dónde venimos?

Venimos de la sombra del mar interminable,
de un tiempo inamovible que no existe,
de la eterna inconsciencia de la nada
hasta donde la vida empieza todavía sin nombre.

Venimos desde una patria que se llamaba infancia,
cuando en los ojos, que se abrían apenas,
la luz sembraba la brizna fugitiva del asombro
e iluminaba las islas de los mares remotos
donde siempre habitaron el sosiego y el éxtasis.

Y aunque los días pugnan incansables
por hacernos su presa todavía es el  tiempo
para nacer de nuevo como  niños sin rostro,
muy lejos de la absurda estulticia
de las sordas ciudades, en medio del océano,
donde el coral esconde un mar de transparencia
turquesa y absoluta, donde la luz
pronuncia un “Ia orana” y el aroma fragante
que exhala la floresta se llama “Noa Noa”.
Aha oe feii? (Estás celosa?) Óleo osobre lienzo  1892.

Allí, en el silencio de las noches del trópico
podremos  escuchar la dulce, murmuradora música,
el latido más hondo del pecho en armonía
con los hombres y el mar, la montaña y el bosque,
libres  al fin para poder cantar, crear, amar, morir.

II.- Quienes somos?

 Y Las islas revelan su piel feraz y oscura
esmeralda y agreste, como un inmenso canto
de horizonte  enigmático, como una fruta exótica
y prohibida que ofrece sin embargo,
simultáneo el sabor  amargo y dulce de la verdad.

Mahana no atua ha llegado, el día de los dioses;
ha traído el ensueño nave nave moe
del exquisito fruto que prohibieron
otros dioses mezquinos,  temerosos
del canto jubiloso  de la naturaleza
donde la piel se ofrece dorada y florecida
y en la fronda umbría  en la que nacen
oscuros manantiales,  las mujeres murmuran  su deseo, 
desnudas y excitantes en el palacio inmenso
que levanta la selva plena y originaria.  
Vairaumati tei oa. Su nombre es Vairaumati. Oleo sobre lienzo
Muy lejos aquel cristo enflaquecido
ante el que oraban con sus tocas blancas
al salir del sermón las mujeres bretonas,
y su mudez  perenne y amarilla.

Vairaumati aspira el humo de un cigarro
mientras extiende lenta a sus pies el pareo
azul oscuro y blanco. Su desnudez de bronce
espera al dios  Taaroa mientras se muestra espléndida.
Vaitauni va hacia el río, su cuerpo de oro
excita los  sentidos para el amor;
sus pechos son la fruta más hermosa y más tierna
y yo soy Taaroa, el dios que está esperando
para abrirle las puertas del mismo paraíso.
Mi vahiné  es sutil, es sabia porque es inocente.
Al fondo de sus ojos un enigma se esconde,
indescifrable y hondo como el tiempo.

Sus ojos me convocan con la palabra clara
del cálido deseo y sus muslos se abren
como un líquido magma al fondo del océano.
En el hondo silencio tropical y distante
escucharé la música de su oscuro latido
de sus dormidos ojos, del murmullo lejano
del manantial sagrado que transitan las almas
para ir hasta la playa donde rompen las olas
sus espumas más puras, ya libre, ya salvaje,
desnudo y solitario ante el mar y la muerte.


Me sonríe y me llama a su cuerpo
y la Tiaré florece humedecida por el dulce rocío
y se abre como una ola mansa
que descubre la arena en la marea baja,
como la suave flor de Fanatea;
y el tiempo se diluye en la hora del gozo
en la ternura cálida de un juego de caricias
que crece sin palabras y penetra despacio
en el silencio denso de su  noche más íntima.

Te arii vahine. La más bella. Óleo sobre lienzo 1896

Su risa me ha llevado hacia otros mares
más allá de los siglos por encima del tiempo,
en la leyenda bárbara en que habita,
porque su piel desnuda esplende en las  riberas
de los ríos ocultos; porque solo sus labios
son ahora mis dioses.  

Desnuda sobre el lecho, en mitad de la noche
cree que la vigila el alma de algún muerto.
Manao Tupapao. Pero los muertos duermen
y mi cuerpo entrañado en el suyo es el único fruto,
el gozo verdadero, la exclusiva belleza
que acaso permanece, fugaz, como una exigua llama
Manao Tupapao. El espíritu de los muertos vigila. oleo sobre lienzo. 1892
encendida un instante, como la flor de Ahuari
entre la fronda inmensa.

Y traza sin descanso sobre el lienzo
el sereno perfil  de su piel ocre y verde
mi pincel;  la proporción  gozosa de su cuerpo,
su torso y sus caderas de oro oscuro , sus labios anchos,
sus ojos marfil negro, el contorno violeta de la noche
que bordea su lecho, el rosa amanecer sobre la arena
y el azul insondable hondo y cobalto de las olas,
las flores cadmio y zinc de su pareo,
el bermellón intenso de la fruta del mango
el fucsia malva azul anaranjado del reflejo
cambiante en las riberas.  La pintura el  poema;    
los colores espléndidos del alma,  
prestos e  inacabables que brillan en los lienzos!


III.- A dónde vamos?
Los dioses son azules, oscuros y pétreos
Tikis inamovibles en sus enclaves  mágicos;
entre la fronda escrutan las aguas y la tierra
bajo la noche enlutada e inmóvil
y la niebla se cierne sobre el verde profundo
que ha cubierto la milenaria calma
del volcán. En su quietud pervive
todo este mundo extraño y primitivo.
Hina la diosa del amor con senos de mujer
e Hina, terrible,  la diosa de la muerte
eran la misma diosa.
La juventud deviene sin intervalo apenas
en una oscura anciana de agrisados cabellos
que ha cubierto su rostro entre las manos.

Un angel de alas blancas se me acerca,
tal vez aquel que disputaba con Jacob;
y precede a un anciano que aparece
con un reloj de arena entre las manos;
puede ser que este hombre envejecido
que simboliza el tiempo me lleve al infinito.

Pero cuando anochece un extraño silencio
ha invadido la isla, ni siquiera los gritos
de los pájaros turba su quietud absoluta
y las hojas que caen ya secas son el roce
Imperceptible del espíritu.
"Never More"  (Pau'ura acostada) Oleo sobre lienzo. 1897

En Atuona, Hiva Oa, en Las Marquesas
todo se ha oscurecido;  terminaron las danzas
y las dulces canciones se apagaron 
solo el viento  incansable zigzaguea  en las ramas
y la tormenta se adueña del océano.
Parece que las islas se hubiesen sumergido
en el espacio penetrado por la noche.

Entre los rojos árboles del mango y la papaya
se alza una cruz y un abismo en silencio
donde se lee un nombre.
En la playa hay jinetes que pasean despacio
pero un caballo blanco que bebe en la ribera
espera ser montado. Ua mate Koké, ua pete enata.       
Hoy ha muerto Gauguin, y ya estamos perdidos.

“Vosotras, leves brisas del Sur y del Sureste
que os juntais en el juego y las caricias
daos prisa  para correr unidas  a la vecina isla;
encontraréis allí a aquel que se ha marchado
sentado ya a la sombra de su árbol favorito.
Decidle que , sin duda, me habéis visto llorar”.


A. Piquer.  Julio 2013




jueves, 11 de julio de 2013


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Súplica a los poetas.

Habladme, sí, vosotros, que tuvisteis
el privilegio de la voz más honda,
de la palabra bronca, sincera y contundente,
de la palabra rota que llegaba hasta el alma
porque brotaba también de vuestra herida.
Dadme un verso, ángeles de la sombra,
humanos fieramente, aunque sea de calibre escaso
su munición futura; un verso seco
pero de estopa o yesca que prenda en un poema,
un lucero lejano, un destello fugaz
en la calma del mar desde la vista
de un cementerio costero en el crepúsculo.
No os exijo gran cosa; no llegaría nunca
a escribir una oda, ni acaso en la ceniza;
o pretencioso, a habitar allí donde el olvido
o jactarme de un peritaje en lunas.
Quisiera un solo surco de la estela
del barco de algún marino en tierra,
el ángulo minúsculo de una sombra
cerca del paraíso, la brizna de algún beso
tibio aún y otoñal, caído a tierra.
Será la humilde voz que yo os deba a vosotros.
Porque intento escarbar,  en esta tierra negra
que hiede ya en el fondo de la fosa
vacía que ahora soy, inútilmente;
en busca de la voz que alentaba hace tiempo
mi palabra salobre como un légamo
de lecho portuario; porque busco
un ápice siquiera del sonido del mundo.
Dadme la voz, cualquier breve palabra
que ya os sobre.  El verso más pequeño.
Porque mi pluma ya no sabe escribirlos,
y solo llena  el papel de manchas ilegibles
de tinta emborronada con sus lágrimas.

 
A. Piquer  9-10 Julio 13