Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
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Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
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sábado, 3 de diciembre de 2011

                                                                                                Bahía de Vathi, Itaca (Grecia). Agosto 2011
El mar donde la muerte.

“… y será el mar tal vez donde la muerte”. (Jose A. Gomez Coronado)


Desde la oscuridad, mas allá del difuso
contorno del océano, este silencio
este ligero andar sobre el aire del mundo
me arrastra con un temblor de viento,
como un sueño veloz sobre la tierra
que taja con sus proas minerales
el airado oleaje de la noche.

Tránsito hacia el final, huída hacia el azul;
si el viento es solo otro sueño de luz
que acaricia la piel y la siembra de sal
y de infinito; transparencia del tiempo,
si la horas son horizonte difuso,
deriva necesaria hacia el último puerto,
incierto aún más allá su pálido misterio.
Solo un rumor de oleaje de canto indescifrable
o un fragor de arrecife todavía no escrito;
otro nuevo combate de olas contra la proa
de esta ligera nave, oscura, extraviada,
de esta precaria nave, breve y definitivo
otro batir de espuma herida de un fulgor último,
azul hondo e ilimitado, extraño y centelleante,
otro tránsito azul absurdo y absoluto,
otro mar improbable.

He violado las líneas que separan
las horas y los mapas
y el bronce de la tarde en Salamina
se ha llenado de siluetas de naves
a contraluz inmersas en la bruma
como si aquella batalla legendaria
fuese hoy y otra vez estuviera
en juego el destino del mundo,
y todos estos barcos navegasen
con el dolor del tiempo izado entre la jarcia.
Pero mi espíritu de marino terrestre
de marinero en tierra, boga en tu nave
con la nostalgia eterna del regreso
sobre el azul oscuro de las olas.

Y esta sed! , esta sed perenne que destruye
y abrasa la lengua y la memoria;
y el sol sobre la piel, la eterna incertidumbre
del mar y su destino habitado de súbito
de estos seres metálicos, de hambre voraz
que acosan mis orillas, esta ficticia sombra,
que cubre inexorable todo lo que me atañe,
y contumaz empapa con su insistente lluvia
mi último arrecife ...

Ella me vuelve el rostro y una leve sorpresa
se posa en su mirada cuando llego
la viveza del canto en sus pupilas,
la tenue desnudez de su suicidio…
Y se muestra eternamente espléndida
como una hoguera azul que arde enlas estrías
de sus labios de agua.
Ella acoge en la playa  la derrota
de este perenne náufrago
y me ofrece su sueño de blancura,
Allí donde los días no terminan jamás;
al que renuncia mi desdén de oleaje
mi empecinada senda de naufragios,
mi herida travesía de lluvia hacia ninguna parte.
Y sus ojos se velan de tristeza ante mi marcha,
de languidez que ha apagado su canto
como un sueño eterno y pálido de mármol
que se posa en sus labios de agua,
cerrados ya, desnudos, suicidados.

Hela aquí desolada, oculta en el olvido
del océano que bate airado los restos de la piedra
acantilada, con la pasión sombría de la muerte.
Aquí está, al fín hallada, tangible como un sueño.
Hela aquí , revelada, nacida desde el caos,
estas son ahora sus costas y sus playas,
el verde de su altura y sus laderas,
su mar, su mar abierto.
Perfilada de azul y de violeta sobre la piel del mar,
la piel azul del mar transida de crepúsculo,
el tesoro escondido de un ancestral pasado,
embriaguez del abismo del mar como un caballo
preñado de saqueo, su salobre esplendor…
ya firme bajo el paso que la huella,
destino finalmente, ya solidez del mundo!

Pero se que no existe. Ah! si hubiésemos
recordado los nombres, hollado cada playa
perdida en el recuerdo; si pudiésemos
retornar a la infancia, recuperar los sueños
juveniles, aquellos que la vida relega
y guarda perfilados de azul, y atados al olvido,
el mar que ha sepultado los días transcurridos.
Porque ellos son, lejanos y escondidos
las orillas de la única patria.

Más allá solo otro mar aguarda
y la ceguera azul sombría e inequívoca
del tiempo y la memoria, el vacío absoluto,
el definitivo hallazgo del silencio
más allá del contorno del mar,
allí, donde la muerte.


Alfredo Piquer          Sept -Nov.2011

domingo, 16 de octubre de 2011


















Pecio.-

Tenía un ritmo oscuro de escondido oleaje,
el que balanceaba mis restos sumergidos
con el tenue vaivén de su caricia
salobre y submarina;
y cabalgaba blanca y arrebatada
como una ola erguida sobre mi sexo
inmerso en el misterio líquido de su entraña.
Y era su aura de sombra ancestral y marítima
la que mecía el pecio hondo y azul
de mi naufragio como algas que danzasen
con canto de mareas al fondo de su océano.

Yo recordaba Itaca y sus costas abruptas
y el desabrido suelo de su lar desolado
inerte al inclemente viento de su némesis.
Yo anhelaba la patria mientras cruzaba el mar
y llegaba a su costa terrestre y áspera,
sólida y calcinada de la desesperanza
que retuerce los troncos de los viejos olivos.
Y entonces empezaba este otro destierro
de añoranza del mar y su terrible herida
submarina y salobre y su oleaje
blanco y arrebatado, perdido para siempre,
que ahora mece al fondo de su océano
con su lenta caricia otro naufragio.

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martes, 20 de septiembre de 2011











Penélope.- (II)

Penélope me mira con sus ojos corinto
y hay un dolor oscuro en su telar
y una densa tristeza entre la sangre
con que tiñe sus labios de palabras ocultas,
y una luz que se filtra por el angosto paso
que cierran tormentosas las piedras de su escarpa.
Y aun se oye la vibración difusa de su lira
estrellada bajo la roca Leucade.
Pero aun vive, yo he visto el brillo de la hoja
afilada que esconde en su denso oleaje
la luz que ha cercenado tantas y tantas noches
mi amor de pretendiente; Una luz como un sueño
perdido dentro de un laberinto.
Penélope agita los largos rizos negros
y acecha sin descanso volando en torno al mástil
de mi nave y ronda ante su proa y se posa en su jarcia
y vigila mi boga y canta con su canto irresistible,
alado, dispuesta a devorarme hasta los huesos.
En sus manos un gesto solemne y afilado
ha dividido el mar de un solo tajo.
Penélope sostiene con sus manos serpientes
que muerden su ponzoña nocturna de amargura.
Yo me ato a su sangre, la que tiñe sus labios
de tristeza, y su telar oscuro donde teje y desteje,
con hilos desolados como el que lleva al centro
del mismo laberinto, la tormenta que estrella
mi nave entre sus rocas, al sueño estremecido
donde destella el filo de la hoja que cercena
mi amor de pretendiente. El vuelo de los hilos
rojizos de su telar oscuro, la extraña luz
oculta y afilada de sus ojos Corinto.


A. Piquer

martes, 13 de septiembre de 2011

Te espero.


En el punto exacto
donde está ausente el amor,
descansa mi corazón rendido,
herido de tanto duelo,
te espero.

No tengas prisa por venir
aún no ha llegado el tiempo.
La esperanza está tendida,
el desafío trazado,
las coordenadas en órden,
la silueta del faro,
la ilusión a resguardo.

Y mientras todo duerme dentro de ti,
la vida seguirá tejiendo,
con sus hilos infinitos,
la infinita red que cubre
tu espacio y mi tiempo,
tu tiempo y mi espacio.

En el punto exacto
donde habita el olvido,
se despereza la vida
y huyen las soledades,
te espero.

No tengas prisa por venir,
aún no ha llegado el tiempo.
Tengo que atar los temores,
trazar los sueños,
borrar las huellas,
buscar un rincón sereno
ausente de luchas lejanas.

Y mientras todo duerme dentro de ti,
la gravedad del universo
habrá conspirado para unir
tu espacio y mi tiempo,
tu tiempo y mi espacio.                                         

María Torres.

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lunes, 12 de septiembre de 2011























Blanquedad.

Muestras el color claro de tu parco vestido
cuando todo es pretexto que convoca
mi ascensión hacia ti como una trampa;
recurres al misterio dorado en que envuelves tu piel
de luz en el silencio y el eco de la niebla.

Y vuelve hacia el pasado la línea de tu cuello
que fuga al infinito y tu pelo se vierte
de pronto hasta un abismo de sueño y de penumbra
y el tiempo sobrevuela este árido desierto
cuarteado y reseco donde atisbas
yo no se qué horizontes.

Diría que me miras desde la exacta altura
en que encumbras tu sexo sobre el mundo,
tras el brillo escarlata  que descubre
el alarde crepuscular de tu deseo
porque solo contemplas tu imagen reflejada
en un cristal convexo que prolonga en la noche
tu vacia promesa.

Un ser alado exhibe la audacia de su vuelo
cada vez que tu paso golpea acompasado
el suelo que charola vertiginoso y ebrio
tu talón implacable. Y otros ángeles cubren
con sus alas vencidas el estigma que deja
en tu epidermis, violáceo, el silencio.

Pero no sabes nada, tan ajena a la sombra
sientes que todavía los días son aliados
que jamás harán presa sobre tu piel de pétalo;
ya no eres sino espejismo en la distancia inmensa
de un espacio desierto.

Solo tu canto queda como un eco perdido
excitando otros viajes australes, imposibles,
avivando la herida de un hado ineluctable,
la fatal trayectoria que lleva a las rompientes
de un seguro naufragio.

Mas tu pecho, tus pechos planetarios , magnéticos,
tus pechos orbitales, convexos y solemnes;
tus pechos navegantes, fluidos, oceánicos;
tus pechos acreedores de oleaje infinito
esquivos como dunas, ya solo minerales.

Oh tus rizados labios!, erguidos, submarinos,
tus labios predadores de fondos abisales,
superpuestos y ocultos como una aurora oscura,
tus labios torrenciales de lluvia entre la fronda
arcaicos como fósiles.

Oh tú, tú incansablemente!
Inacabablemente tú que desciendes pausada
tu desnudez abstracta por la escala del mundo
para llegar indemne hasta el lugar de olvido
donde postro ya fría y habitada de líquenes
perenne mi derrota

Solo una lluvia tenue empapa la memoria,
y su dorado líquido desciende cada noche
hacia los intrincados intersticios del sueño
y su helada caricia adormece la herida
interna que no cierra.

Porque ya no hay respuesta para este sueño estéril
gélido y geométrico, axial, cristalizado;
solo una playa inmensa blanquecina y tendida
sin viento ni mareas, solo un sol que no gira
cenital y perpetuo .

A qué buscar lo oscuro de tu lejano origen
el ascendiente torpe que derivó la infancia
hacia otras latitudes si pasados los años
no encontramos la senda.

Quebrada la esperanza luminosa del arte
cuando el humo continuo de las exiguas velas
ennegrecía los iconos antiguos y la clave del mar,
la destellante palabra de la espuma
pugnaba su llanto acumulado contra el rugido
metálico del tiempo.

Ni las aves que súbitas se espantan en la noche
ni un rumor oceánico en mis ojos
nos llevaron de nuevo a aquella arista blanca
donde fulge la luz en los muros de cal
y las azules cúpulas, en donde las campanas
convocan a las olas.

Qué infierno cada noche!
qué amenaza de llanto cada ausencia, 
qué airada podredumbre de los días
sumidos en la sombra!
Oscurecidos ángeles huían impotentes
bajo nimbos inmensos como veloces pájaros
de trayecto imparable.
Qué baldíos los ángeles que fuimos,
qué proscritos!

Sobre estas vastedades, que brillan cristalinas
en el labrado borde de los inmensos cálices
de la mar silenciada donde tu hiel se vierte,
nada me orienta ya, me guía, me introduce
en el furtivo espacio de destello salino
donde tus manos líquidas amanecen desiertas,
donde tu altar secreto extinguió su rescoldo
donde mis manos tristes derraman al vacío
la solitaria lágrima blanca del desengaño.

Así el amor, amor, el que dijiste tuyo;
tal el amor, el que te dije mio;
convertido en la nada, blanquedad
de la muerte, mucho antes de la muerte.

A. Piquer

viernes, 29 de julio de 2011



Ave.

Como la oscuridad que ha habitado
tus ojos, que ha cubierto tus párpados
íntimos y ensombrecidos;
como las ondas expandiendo su círculo
en el agua profunda callando tu jadeo,
tu palabra final, que me cobija
en el remanso umbrío que brota de tu sexo
cuando abres -de par en par- el beso de su herida;
como las alas que han cubierto de sombra
las flores de tu pecho desbocado y altísimo;
nave de apaciguado vuelo que regresa hacia el sueño;
infinitud extraña sobre el agua…

Igual mi oscuridad atado a ti, oculta ya mi voz,
mi última palabra  que habita el universo
sagrado de tu entraña anochecida y cálida
eternamente fúlgida y envuelta en el silencio
que me une, que me transforma en ti,
en ti, la hembra negra y alada de la muerte.

Alfredo Piquer

miércoles, 27 de julio de 2011

John William Waterhouse. Ulises y las Sirenas.


Penélope (II).-

Penélope me mira con sus ojos corinto
y hay un dolor oscuro en su telar
y una densa tristeza entre la sangre
con que tiñe sus labios de palabras ocultas,
y una luz que se filtra por el angosto paso
que cierran tormentosas las piedras de su escarpa.
Y aun se oye la vibración difusa de su lira
estrellada bajo la roca Leucade.
Pero aun vive, yo he visto el brillo de la hoja
afilada que esconde en su denso oleaje
la luz que ha cercenado tantas y tantas noches
mi amor de pretendiente; Una luz como un sueño
perdido dentro de un laberinto.
Penelope agita los largos rizos negros
y acecha sin descanso volando en torno al mástil
de mi nave y ronda ante su proa y se posa en su jarcia
y vigila mi boga y canta con su canto irresistible,
alado, dispuesta a devorarme hasta los huesos.
En sus manos un gesto solemne y afilado
ha dividido el mar de un solo tajo.
Penelope sostiene con sus manos serpientes
que muerden su ponzoña nocturna de amargura.
Yo me ato a su sangre, la que tiñe sus labios
de tristeza, y su telar oscuro donde teje y desteje,
con hilos desolados como el que lleva al centro
del mismo laberinto, la tormenta que estrella
mi nave entre sus rocas, al sueño estremecido
donde destella el filo de la hoja que cercena
mi amor de pretendiente. El vuelo de los hilos
rojizos de su telar oscuro, la extraña luz
oculta y afilada de sus ojos Corinto.


Alfredo Piquer Julio 2011

viernes, 22 de julio de 2011

Cecilia .-                                                                                De sus ojos, comoquiera ella los mueva,
surgen espíritus inflamados de amor,
que hieren los ojos de quien entonces la mira,
y tanto lo traspasan que al corazón llegan:
vos la veréis Amor pintado en el rostro,(5)
allí donde nadie puede mirarla fijo .
(Dante Aliguieri. Vita Nuova XIX)

(Cecilia te pregunto no porque yo pretenda
agotar tu alabanza sino para acercarme
quizá hasta tu misterio. “Empéñate si quieres”
en ser franca con hombre de otro siglo futuro
y responde sincera pues no es gente villana)

Cecilia tu podrías asegurar sin duda
que fueron sus pinceles los que te dibujaron
con sutil línea de óleo sosegada y precisa
sin alterar un ápice tu gesto detenido
en el lienzo, el tenue movimiento de tus ojos.
Se que nada seguro se perfilaba aún
en el tiempo lejano de luces y penumbras
donde el paisaje abría apenas su latido
bajo el oro estofado de las tablas.
Cecilia, que secreta caricia dedicabas
para el blanco animal enamorado
que acunaban tus brazos
como un ritual de pájaros danzando
sobre el marfil ajado de las teclas de un clave.
Y una máquina extraña de engranajes y vigas
y alas desplegadas de ficticio murciélago
ascendía al espacio que señalaba alzado
el dedo de San Juan, y el enigma en el gesto
de Lissa Gerardini vivía por los siglos.

Cecilia todavía permaneces posando
delante de ese viejo caballete
y tu mano exquisita retiene el blanco armiño,
oh dama gentilísima! Oh tú, princesa pura
en esta fría estancia! Y son aun sus pinceles
con sutil línea de óleo los que te representan
sobre el oscuro fondo donde habita  furtivo
y oculto el infinito   en el preciso instante
en que has vuelto tus ojos de pronto hacia lo eterno.


martes, 12 de julio de 2011

De Hilario Martinez Nebreda



A mi amigo Alfredo que al nacer
creyeron ser un Nibelungo
y, por su Karma, era un fragmento
del esperma de Homero.


Arúspice que en pecios desentrañas
el alma, despabila geometrías,
sueños, amores perdidos en Troya.
¡A Gelidonya... Alfredo, de la mano!

Tronara mi garganta y con Homero
de maestro aprendiera a decir: "¡ánimo!,
déjate llevar del viento que baja
del mastil a la proa", cual Patroclo,

Paris y Agamenón, Hector y Aquiles.
¡Ánimo, buceador de esponjas!. Rocas,
algas azules en un mar de cobre,

en Uluburun. Sal. Rumor de dóciles
manos, que al excavar en las aguas
se salvan de la arena y el naufragio.


Hilario Martinez. Nebreda. Julio 2011

domingo, 10 de julio de 2011

David Torres.  "EL MAR EN RUINAS"

“…Entre las nieblas del amanecer, los islotes de arena blanca surgieron uno a uno, un archipiélago de mármol brotando del mar como gotas petrificadas de una eyaculación divina. Odiseo divisó a una jovencita jugando en la arena de la playa y decidió acercarse para preguntarle el rumbo y recoger algo de fruta para el viaje. La niña hizo visera con la mano y le saludó desde lejos. Durante unos momentos, el pelo rubio, los ojos claros, las caderas infantiles y los finísimos tobillos bascularon al viento. Para cuando la quilla tocó fondo, tu padre ya estaba rumiando la forma de seducir a aquella belleza inverosímil que parecía recién nacida de las aguas. Le preguntó el rumbo a Ítaca y ella señaló hacia levante. Casi se quedó sin aliento al descubrir, al final del brazo extendido, la axila sin sombra, limpia y fresca como el nácar. Sintió un deseo loco de agacharse y posar su oído en aquella caracola para saber si podía oírse el mar. Entonces bajó los ojos y vió los pechos apenas esbozados, despuntados en dos rosas tiernas, el vientre suave y sin ombligo, el pubis sin el menor vestigio de vello, los muslos devanándose en miel viva. Cuando le preguntó si podía darle algo de fruta, seguía enredado en los pequeños dedos de los pies, entrelazados en el último estertor de una ola.
-Qué clase de fruta?- , respondió ella, y él no supo qué responder al enfrentarse a sus ojos, escritos con todos los verdes del mar. De golpe supo que ella era algo más que una niña o una mujer: era un país, una tierra, una raza. Y comprendió que podía navegar en ese rostro durante el resto de sus días, tomando como norte los soles rubios de su pelo, sin cansarse jamás de contemplar el alba en sus mejillas, la tierna noche de su boca o los escarpados arrecifes del iris. Cayó de rodillas, al compás de una ola que rompía contra aquellos pies minúsculos, y se agarró a su cintura mínima y perfecta no como si se encontrara en medio de una tormenta y ella fuese un navío, sino más bien como si él fuese un navío roto y desmadejado, y ella la tormenta.”

(Ed Destino, Barcelona. 2005)

domingo, 26 de junio de 2011

De Laureano Albán:


N É M E S I S

Para Alfredo Piquer,
compartiendo la "culpa"
de la poesía.


Yo no tengo la culpa
porque he estado naciendo,
y el poema tampoco
porque es deuda de Dios,
ni los otros que pasan,
caravanas del mar…
                                                                                                                                          Laureano Albán
¿Pero quién cometió
este crimen sin término,
de dejar la poesía agonizando así?

Ni se muere, ni vive,
ni se apaga, ni canta…

Es la reina de todo
porque todo la busca.
Es la sangre de todo,
porque todo lo mancha
con su adiós…

¿Quién cometió este crimen
que en las manos me tiembla,
que en mis ojos no duerme,
que en mis sueños despierta,
y no le huye al dolor?

¿Quién fue... Acaso todos,
o nadie, o el silencio?

¿O este herido poema
es la daga de Dios?

Yo sé bien que los hombres
cometemos ausencias,
como comete el mar
sus incendios de cielo.
Y yo sé que los días
parecen que se fueran,
pero sólo se van
nuestros pasos de niebla.

Todos somos culpables
de olvido y nacimiento:
Nuestra sombra es tan nuestra
que trata de volar.

Al final -dice el tiempo-
recibimos la paga
como vida en las vidas.

Todo queda concluso...
Todo cabe en su sombra...
Todo llora en su noche...
Todo ríe en su mar...

No hay huella que no marque
sus improntas de cielo.
No hay noche que no empape
los cuerpos del azar.
No hay alba que no tenga
pactos con el azul.

Somos culpables, sí,
porque somos heridas
intentando volar...

***

Laureano Albán
13 de junio del 2011

sábado, 11 de junio de 2011

Odisseas Elytis

Oda a Santorini (Thera.Isla volcánica del archipiélago de Las Cícladas)


(Fragmento)

Brotaste de las entrañas de un trueno,
estremeciéndote en las nubes contritas,
roca amarga, sufrida, orgullosa,
buscaste el sol como primer testigo
para enfrentaros juntos al temerario fulgor
para desplegaros en el piélago como un eco.

Despertada por el mar, altiva,
erguiste un pecho de roca,
salpicada por la inspiración del viento sudeste,
para que allí grabara sus entrañas la esperanza,
para que allí esculpiera sus entrañas el dolor.
Con fuego, con lava, con humo,
con palabras que predican el infinito,
diste a luz la voz del día.


Alfredo Piquer 2006














Reata de mulas en Thera (Santorini, Grecia. Verano 2006)

Thera.-

En aquel mar antiguo de guerras y regresos
Hay una isla herida de alto acantilado;
una explosión inmensa de volcán milenario
de corazón en cólera destruyó sus jardines.

Oh isla de la tarde, corazón escondido
crepúsculo preñado de lluvia como llanto


He bajado despacio hasta este curvo infierno
de caldera de océano como a lomos de bestia
que siguiese arbitraria el trayecto tedioso
de un destino implacable.
Desde las casas blancas de cúpulas azules
que se asoman al borde del cráter extinguido
hasta el exiguo puerto, hasta la estrecha playa
de abrasada ceniza que guarda la memoria
de mi vida arrasada con voz de maremoto.

Oh isla del silencio, corazón desgarrado,
alma del mar oscuro colmada de mi llanto.

He bajado despacio bordeando el abismo
de este viaje en penumbra en que arriesgo la tarde
en una baza absurda perdida de antemano.

Hay en este camino un hedor insufrible
de muladar y estiércol que ha cubierto las piedras
de espantado silencio de puerto abandonado
y la tristeza oscura de un averno de sombra
y el terror de un camino extraño y sin retorno
que ha impregnado mis días de fetidez de heces
y ha quebrado mis sueños como esta isla rota
de volcán anegado que cae cortada a plomo
a un océano en calma quieto como la muerte.

Oh isla del olvido, corazón devastado
sueño de adolescencia inundado de llanto!

Alfredo Piquer  2006

lunes, 30 de mayo de 2011

"La poesía no quiere adeptos, quiere amantes"    (Federico García Lorca)

..........................

"La mejor definición de la poesía es la palabra incorruptible"   (Gerardo Diego)

sábado, 14 de mayo de 2011







                                                                                                                                    Selene y Endimión. Jerome Martin Langlois 1822
















Endymión. George Frederick Watts. 1872

















El sueño de Endimión . Louis Girodet  1791

Endimión.-                                                                                                                                                             "...allí donde no puede la belleza
conservar su irresistible brillo ni el amor
serle fiel más allá de la aurora."
( John Keats)

Y no se si regresas en las horas del sueño
cuando tu alba luz muestra su esplendidez
de plata circular en medio de la noche.
Porque he vuelto a la fronda espesa
e inextricable de los horas, invadido
de la ira del mundo como un dios destronado
y criminal amante de la luna.
Y me has dejado solo, desterrado, lejos
del círculo de tumbas donde yacen los reyes
traspasada la puerta que guardan los leones;
y me has dejado solo para afrontar el llanto
perenne de tu ausencia;  pero contemplo absorto
los círculos de plata que dibujan
las lunas de tu cielo, su fulgor fascinante
donde palpitas tú y te llamo en silencio
cuando me vence el sueño.
 Puede ser que algún día, derrotado tal vez
este mutismo, se encuentre con mis ojos
tu pálida pureza y volvamos a amarnos
fuera ya de estos muros de leones y tumbas,
aunque sea un instante fugaz antes del miedo,
antes de este castigo de soledad insomne
cuando abiertos los ojos las horas acumulan
poco a poco su siembra de decepción y olvido,
triste preso del tiempo si acaso me despierto;
amante criminal de la luna
cada vez que me duermo para tener tu amor;
tu amor, que solo ha sido un sueño.



viernes, 13 de mayo de 2011

El peor criminal tiene derecho a un juicio y a un juicio justo que determine de manera objetiva  las penas  que le deben ser aplicadas,  si hubiese lugar,  de acuerdo al  derecho y la ley  establecidos de antemano,  incluso con un margen que tenga en cuenta la piedad, aunque él no hubiese tenido ninguna, porque ese derecho se lo concede la ética que él mismo ha conculcado y desde la que se censura su conducta.  No se puede deplorar el crimen de unos y celebrar el crimen de otros.

jueves, 7 de abril de 2011



















“… tú no puedes volver atrás”
Palabras para Julia. José Agustín Goitysolo.
Palabras para Ruth (Estampa inglesa)

Al norte , entre los árboles
y el césped impecable de los patios solemnes,
al pie de los vitrales y bajo las crucerías
de las capillas góticas;
donde los humanistas leyeron incansables
los libros del pasado,
allí donde la lúcida juventud responsable
aprendió de los viejos maestros
en el silencio fecundo de las aulas
el devenir perenne de la historia;
donde alienta la cultura del hombre,
y los coloreados blasones presiden con respeto
los anaqueles donde habitan los libros;
donde palpita el arte y emociona la música,
la lluvia ha detenido por un momento el tenue
descenso de su llanto y ha despejado lenta
la niebla de los parques para mostrar el tibio
sol de sus jardines;
la primavera vuelve para abrir la esperanza
cíclica de sus flores y las ánades
conducen confiadas su prole a la ribera
bajo los verdes sauces; un cisne,
quién sabe si la metamorfosis
de la infeliz muchacha de una antigua leyenda
se aleja silencioso. Allí; allí donde mis pasos
han hollado la hierba tras los tuyos.
Acaso a ti la vida te ha empujado
con la voz mas sublime de su canto
bellísimo, también interminable.
Y ya no hay vuelta atrás, no hay retroceso
porque te llama insistente la belleza,
porque te llama el arte y la emoción
profunda de la música.
Tendrás amigos siempre, tendrás amor
tendrás calor y luz, sosiego y armonía…
te seguirán mis pasos, nuestros pasos, donde vayas
porque si un día quisieron señalarte el camino
ahora eres tú quien abre otros senderos
y da sentido a la vida y el mundo.

A. Piquer Abril 2011

sábado, 12 de marzo de 2011

10.000
La Anábasis o Expedición de los Diez Mil
(también La retirada de los Diez Mil y La marcha de los Diez Mil) (en griego clásico Ἀνάβασις significa "expedición hacia el interior") es un relato del historiador griego Jenofonte (discípulo de Sócrates), que participó como soldado en la expedición.





Diez Mil visitas en el Blog. Diez Mil expedicionarios a la conquista del territorio ignoto y bárbaro de la Poesía.  GRACIAS !!!!

miércoles, 2 de marzo de 2011























Prometeo


Fue en un tiempo  de dioses y titanes
cuando no había nada entre el cielo y la tierra
y el fuego del espíritu aún ardía lejano

Era el tiempo apilado y oscuro de la génesis
de helechos y de bestias y de huellas impresas
en los lentos estratos de la piedra,
los días en que el mar anegaba la ira
del mundo y batía la escarpa desolada
de los montes sagrados.
Cuando te hallé aterida cercada de silencios
quizá anhelante entonces sin saberlo
de palabras y gozos  nunca dichos.

Sobre el mundo giraban como figuras negras
los dioses y los hombres, las clámides de engobe
al fondo de los kilyx anegados de vino,
fieles a su destino de fragmentos quebrados
al fin bajo la tierra.

Y no fue un dios el que me ató a esta roca
donde es cierto que apenas sobrevivo
y me amarga esta hiel, la que derraman
noche a noche las vísceras que muerdes implacable
como águila que roe con su pico de bronce
el alimento agrio de su rapaz venganza,
el que rompió también mi corazón titánico.

Porque cerraste los ojos al asombro
y te negaste al fuego, el fuego, la solemne
palabra para ti arrebatada …
La palabra sagrada del amor,el rescoldo
del dios que aun brillaba en mis ojos
cercenado de golpe en el silencio.

Y ahora solo el mar rompe contra la escarpa
del monte del oráculo sombrío y arruinado
y anega la ira oculta que me ata a esta roca
donde es cierto que apenas sobrevivo,
apagada la chispa del amor para siempre.


Alfredo Piquer

sábado, 12 de febrero de 2011


















Pájaros.-


“…lo mismo que se recoge algo de la vastedad del espacio al acariciar las alas de un pájaro.”
(Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa)

“…y otra vez con el ala en los cristales jugando llamarán”
(Gustavo Adolfo Becquer)

Hay dos pájaros leves de alas tibias y pálidas
que levantan el vuelo cuando abismo mis ojos
en la tenue oquedad que habita entre sus nidos
atados a tu espalda, dos pájaros que guardas
bajo el alero rojo de tu cuello y tu boca.
Me llaman esos pájaros con gorjeo
de ternura infinita que invita a la caricia
bajo la blusa apenas abrochada.

Hay pájaros dormidos en tu pecho.
Tu pecho son dos pájaros que arrullan mi silencio
y aletean y encienden el corazón de súbito
y levantan el vuelo, y el asombro anhelante
de mis ojos y la amante impaciencia de mis manos;
a veces vuelo raudo de amanecer frenético
de curvas golondrinas,
a veces vuelo alto y sereno de gaviotas,
a veces vuelo tierno y pequeño de gorriones,
palomas que zurean con vaivén hipnótico
y viven y se posan en todos mis paisajes
donde pueblan las ramas más altas de los árboles
y cantan una canción de cumbres y laderas
y me dicen: “Oh ven, ven! Escóndete en la tibia
penumbra de este valle donde se extingue toda la tristeza
y roza con tu boca los picos delicados
que exigen su alimento.

Yo levanto despacio mi vuelo involuntario
y vertical de pájaro dormido y acudo
a su llamada dulce para volar con ellos,
bandada migratoria hacia un confín secreto,
hacia otras latitudes, al sur, donde otros bosques
australes me ofrecen su cobijo.

Alfredo Piquer 2011

domingo, 30 de enero de 2011

...el poeta debe ser el último de los hombres en fiarse de las palabras

(Paul Valery)

Le Cimetière Marin.


Ce toit tranquille, où marchent des colombes,

Entre les pins palpite, entre les tombes;

Midi le juste y compose de feux

La mer, la mer, toujours recommencee

O récompense après une pensée

Qu'un long regard sur le calme des dieux!    

martes, 18 de enero de 2011

Un poema antiguo y una foto...



Quizá el contraste intenso.-


Quizá el contraste intenso entre tu piel de alba
de sangre viva, de tenue y vegetal tacto de fruta
y este exiguo atavío que exhibes
como secreto reclamo de transgresión y gozo;
quiza la disyuntiva que estableces
entre tu pálida y suave anatomía
y la sombra insondable de los ligeros lienzos,
las cintas momentáneas que te atan
el hábito secreto de la fe que profesas
de una secta de luna y de crepúsculo ;

Quizá la piel del animal que fuimos,
tu pelaje de fiera, tu fingida plegaria
de mantis religiosa , de hembra asesina,
sean solo una mortaja, este  vestido funebre
de felino azabache, marino cinocéfalo,
desatados los instintos salvajes
de nuestra piel bruñida de bestias ancestrales
grabadas en la memoria atávica las calcinadas costras
de un combate enconado recompensado en cópula,
este tul, estos velos tras de los que te escondes
sean solo tu cebo.
Un ingente caballo donado por los dioses
que guardo tras mis muros
y que engañoso encubre la mortífera carga
de tu ritual dispuesto como un cuchillo alzado
en el altar nocturno
sobre el ave escogida al sacro vaticinio
de un inmortal minuto de perfección y gloria.

Quizá el encaje oscuro en el que envuelves
parcamente tu cuerpo, sea el vestido espléndido
del primitivo fasto, del olvidado culto
y solemne de la celebración antigua.
Y la puntilla negra de tu bordado hábito
la pústula mohosa, carroña ennegrecida,
la anunciada y segura podredumbre futura
que trocará tu exquisito desnudo en osamenta.

Y sin embargo quiero desvelar tu misterio
que me muestres las prendas de la liturgia arcaica,
el ajuar de delicia que ocultas bajo el día
La delicada trama tejida de locura
que sostiene las lunas que te orbitan,
la levedad celosa de un isósceles diáfano
que guarda un recóndito abismo de arrebato;
que enarboles los gestos sagrados que presignan
un rito oscurecido de pasiones prohibidas,
crujido que produce esta secreta música
de epidermis pautada de negras y corcheas;
ensombrecido cielo, ardid de velos, trampa,
tela de araña negra donde queda prendido
mi deseo inconsciente, indómito, imparable
abocado al abismo profundo de la nada
que abres bajo mis raíces
en la informe frontera del amor y la muerte.

A. Piquer 

sábado, 15 de enero de 2011

LA VERDAD ESTÁ EN TUS SUEÑOS

jueves, 13 de enero de 2011

Hic est drago caudam suam devorans ( Traducido: Aquí está el idiota que se mira el ombligo)
5000 Visitas, 5000. Desde todo el planeta! (Incluidas las islas Hawai)

sábado, 8 de enero de 2011

Y si arde el mar.
                                           (A Pere Gimferrer)

























Y si arde el mar
No quedará siquiera
su consuelo sosegado y eterno,
su oscuridad final
de trágico destino ineluctable.

Y si arde el mar
Consumará la ausencia
su corrupto silencio,
se arruinará la digna
arquitectura ensombrecida
de la muerte.

No habrá himnos ni cantos,
permanencia de ninguna memoria.
Tan solo el asco,
la amargura en la espera
de su anónimo lecho
de légamo abrasado.

Porque si el mar silencia y evapora
su palabra de espuma
no quedará sino la sed eterna,
ácida, blanquecida y estéril,
esta sed de último amor que no se calma,
esta brutal nostalgia de oleaje.

A. Piquer 2010

viernes, 7 de enero de 2011



















Lluvia encendida.

Hubo otra lluvia blanca y encendida
que empapaba temprana mi despertar de lienzos,
e incitaron tus manos de necesario pétalo
erguida mi ternura en tu penumbra.

Hubo otra lluvia encendida de espumas
que sosegaba la sed de este desierto
y renovaba perenne su milagro,
el efímero asombro de sus gotas,
sus nacaradas gotas claras y estremecidas
como gozoso reverso de la sangre,
como súbito hallazgo en lo profundo
ante las mismas puertas de la muerte;
que hacía horizontal tu silencio tendido
tu galerna interior, tu maremoto.

Y hubo otra lluvia de asombro en tus pupilas,
la líquida tempestad relampagueante
del amor, pero fue en otro tiempo
tropical y distante de bosque y manantiales
que ya no se recuerda.

A. Piquer Dic 10