domingo, 26 de febrero de 2012
Maria Luisa Mora Alameda
(De "Este largo viaje hacia la lluvia")
Dame la mano, amor, que no podemos
descansar todavía.
Tendrás que recorrer conmigo el tiempo;
mira cuánta distancia hasta la nieve,
cuántos copos de tierra
para olvidar los ojos del pasado
y encontrar el mañana
con un beso en la boca.
Ya sé que estás herido;
que te fatiga
atravesar la noche
y tienes miedo
de que, al final,
nos aguarde tan sólo la tristeza.
Ya sé que te rendiste
muchas veces al sol que deshidrata
todos los corazones;
pero yo te he salvado
trayendo un fresco arroyo hasta tus venas.
Si no puedes con todo
te llevaré en los brazos.
Has visto que soy fuerte
y que puedo arrasar todo el abismo.
Mataré los jaguares si se atreven
a acercarse a nosotros.
Antes de que emprendiéramos el viaje
cogí todas las armas
que tú me regalaste
y me mentalicé para la lucha.
Puedo con el desdén de las anémonas,
con la desilusión
de todos los reptiles,
con la envidia mortal del aguacero.
Apóyate en mi hombro.
A mí nada me agota,
ni siquiera la lluvia.
lunes, 20 de febrero de 2012
Blade Runner
Hoy ha vuelto de pronto aquella imagen mítica
de tu perfil bellísimo, de aquellos lentos planos
en la pantalla del cine. La música de Vangelis
y el rostro silencioso del cazador de androides.
Una lechuza vuela en la penumbra roja
del extraño crepúsculo. Aquella profecía
en que el futuro técnico, marcaba la frontera
imprecisa entre lo auténtico y lo falso,
aquel siniestro augurio de la inmensa humareda
en un mundo cubierto de polvo radiactivo
terrible y destruido, se hizo real.
Y otro mundo azulado y oscuro ha surgido
del trueno desolado, extraño e intangible.
Y tal vez solo seamos réplicas de lo humano
conscientes del tiempo precario de la vida,
del asombro ante su breve experiencia irrepetible.
Y hemos regresado presos ya de la angustia
ante la atroz certeza la muerte.
Tu eres Rachel, la hembra replicante,
la belleza suprema que llama al inconsciente
y duerme en el silencio de la luz naufragada
de estos días extraños mientras sueña con ovejas
eléctricas. Puede ser que en tus sueños
hayas visto cosas que no creeríamos:
arder naves en llamas más allá de Orión
y rayos C brillando entre las sombras
de las puertas de Danhauser.
Yo soy Deckard, quien te sigue los pasos
para borrar tu ficticia memoria de los datos
pasados y formatear de nuevo tus recuerdos
mientras busca el amor en tus circuitos.
Porque quizá no sabes que el amor nos redime
de nuestra esencia efímera, que en estos breves días
de cristales quebrados hay reflejos de luz
entre lo oscuro, que es sonoro el silencio
y la violencia se ha tornado ternura.
Porque así habremos visto cosas que otros
no creerían: la pulsión suprema del la piel
con la piel, el sentido sacral de la belleza
de todo lo creado y el gozo de estar vivos.
Pero tal vez se pierdan todos esos momentos
y al fin tras el amor, la vida y el asombro
de lo eterno de todo el universo,
inmersos en el sueño inconsciente de la muerte
solamente seremos viajeros del olvido
como lágrimas vertidas en la lluvia.
Febreo 2012
sábado, 11 de febrero de 2012
Esfinge
Entreabres los labios como un estallido
de sangre para el beso
y tu piel es el eterno viaje, la excitante promesa
que desciende hacia el paisaje de tu pecho
bajo los leves lienzos de tu blusa.
Tu pecho la llamada hacia el sudor
en el umbral secreto donde lates.
La sombra de tus párpados
y el negro amanecer oblicuo en tus pestañas
me llaman por el camino fascinante
de tus ojos bellísimos, tus ojos infinitos
como piedras que miran
desde tu cola verdiazul desplegada de pronto.
Sobre las piedras arruinadas de estos días
brota el veneno rojo con que tiñes tus labios;
sobre las ruinas te levantas alada
mientras huyen los pájaros y se ocultan los ángeles
y las flores de oro exhalan los aromas
de su tóxica atmósfera y cantan ensalzando
tus pasos moteados de guepardo.
Tu eres la esfinge, tu, la que me pregunta
cual sea el animal que extrañamente anda
con cuatro y dos y tres extremidades,
que a menudo tropieza en los mismos obstáculos
y yerra eternamente…
Tu eres quien me amenaza, perversa, con la muerte,
quien exige implacable la blanquecida lágrima
viril de mi tristeza
Tu eres la soledad, la estéril lejanía,
la hembra del agravio y del olvido;
mi destino es errar eternamente la repuesta,
derramar una vez y otra vez
este desasosiego, este instinto salvaje
ante el enigma de tu belleza mortal
e inextinguible.
Febrero 2012
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