Sosiégate (De Justo Jorge Padrón) Aterido sombrajo de tristeza,
¿Por qué lloras? No exijas lealtad ni nostalgia
a cuantos te quisieron. No mires a tus muertos,
ni al ramaje vacío del instante,
ni las palabras necias que jamás te comprenden.
Escúchate en el viento de la aurora,
en el sol que desciende deslumbrante
hasta tu corazón para seguir viviendo.
Aunque estés solo, aguanta en pie, que el pánico
y el fracaso jamás te inmovilicen.
Afronta a tus espectros, son los pálidos huéspedes
de tus ojos cansados. Una vez más, sosiégate,
deja pasar las horas intranquilas
y piensa que eres hombre afortunado
pues todavía alumbras la luz de tus quimeras.
J.J.P
.
miércoles, 26 de febrero de 2014
El hilo que me has
dado y que me guía
para escapar
indemne de la bestiaque acecha dentro del laberinto.
Tu palabra lejana que se trenza a tu risa
y hiere mortalmente al minotauro
de soledad tenaz que me habitaba.
Tu hilo de sol, de sonido de olas que lleva
hasta la playa donde fulge la espuma,
ya fuera de estos lóbregos muros;
el agua y su latido azul que golpea
obstinada la oscuridad y el miedo;
tu voz en la distancia, tu hilo de luz,
el mar, el mar de pronto.
martes, 25 de febrero de 2014
Ninfas y Fauno por Adolphe Bouguereau (1825-1905)
L’aprés –midi d’un faune
Quizá fuese un castigo de los dioses
tener patas de cabra como piernas,
orejas puntiagudas como una bestia ovina
y ser continua presa de excitada
lascivia incontenible. O tal vez sea un premio
transitar por los bosques viviendo solamente
para el gozo supremo, la dulzura sagrada
de su unión con las ninfas que reclaman
con avidez oscura, su caricia recóndita
una vez y otra vez, entregándose al éxtasis
de sus cuerpos desnudos.
tener patas de cabra como piernas,
orejas puntiagudas como una bestia ovina
y ser continua presa de excitada
lascivia incontenible. O tal vez sea un premio
transitar por los bosques viviendo solamente
para el gozo supremo, la dulzura sagrada
de su unión con las ninfas que reclaman
con avidez oscura, su caricia recóndita
una vez y otra vez, entregándose al éxtasis
de sus cuerpos desnudos.
Qué azar el de este fauno que
resiste,
acaso débilmente, la insistente
demandade las ninfas en el lienzo sublime
del pintor simbolista.
Quizá el requerimiento
pasional, sin embargo, le produzca cansancio,
tornado ya el amor en práctica manida,
agotada su fuerza, ciego ya a la llamada
de los cuerpos bellísimos.
Tal vez no le compensen la mítica
lascivia
y el placer conocido la tragedia
deformede sus patas de cabra, de sus cuernos de bruto;
quizá solo pretenda disfrutar de la calma
de Arcadia y de su umbría y tras la siesta plácida
escuchar la cadencia del aulós y el lamento
del aire a través de las cañas huecas de la siringa
que suena con la voz de aquella que ha perdido.
Finalmente acallados los gritos de las ménades,
lejos ya el delirante festejo enajenado de los ritos de Dionisos, tal vez el fauno llora
en el claro de luna y el silencio del bosque;
ebrio de soledad y hastiado del furor
celoso de las ninfas
.
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