...el poeta debe ser el último de los hombres en fiarse de las palabras
(Paul Valery)
Le Cimetière Marin.
Ce toit tranquille, où marchent des colombes,
Entre les pins palpite, entre les tombes;
Midi le juste y compose de feux
La mer, la mer, toujours recommencee
O récompense après une pensée
Qu'un long regard sur le calme des dieux!
domingo, 30 de enero de 2011
martes, 18 de enero de 2011
Un poema antiguo y una foto...
Quizá el contraste intenso.-
Quizá el contraste intenso entre tu piel de alba
de sangre viva, de tenue y vegetal tacto de fruta
y este exiguo atavío que exhibes
como secreto reclamo de transgresión y gozo;
quiza la disyuntiva que estableces
entre tu pálida y suave anatomía
y la sombra insondable de los ligeros lienzos,
las cintas momentáneas que te atan
el hábito secreto de la fe que profesas
de una secta de luna y de crepúsculo ;
Quizá la piel del animal que fuimos,
tu pelaje de fiera, tu fingida plegaria
de mantis religiosa , de hembra asesina,
sean solo una mortaja, este vestido funebre
de felino azabache, marino cinocéfalo,
desatados los instintos salvajes
de nuestra piel bruñida de bestias ancestrales
grabadas en la memoria atávica las calcinadas costras
de un combate enconado recompensado en cópula,
este tul, estos velos tras de los que te escondes
sean solo tu cebo.
Un ingente caballo donado por los dioses
que guardo tras mis muros
y que engañoso encubre la mortífera carga
de tu ritual dispuesto como un cuchillo alzado
en el altar nocturno
sobre el ave escogida al sacro vaticinio
de un inmortal minuto de perfección y gloria.
Quizá el encaje oscuro en el que envuelves
parcamente tu cuerpo, sea el vestido espléndido
Quizá el contraste intenso.-
Quizá el contraste intenso entre tu piel de alba
de sangre viva, de tenue y vegetal tacto de fruta
y este exiguo atavío que exhibes
como secreto reclamo de transgresión y gozo;
quiza la disyuntiva que estableces
entre tu pálida y suave anatomía
y la sombra insondable de los ligeros lienzos,
las cintas momentáneas que te atan
el hábito secreto de la fe que profesas
de una secta de luna y de crepúsculo ;
Quizá la piel del animal que fuimos,
tu pelaje de fiera, tu fingida plegaria
de mantis religiosa , de hembra asesina,
sean solo una mortaja, este vestido funebre
de felino azabache, marino cinocéfalo,
desatados los instintos salvajes
de nuestra piel bruñida de bestias ancestrales
grabadas en la memoria atávica las calcinadas costras
de un combate enconado recompensado en cópula,
este tul, estos velos tras de los que te escondes
sean solo tu cebo.
Un ingente caballo donado por los dioses
que guardo tras mis muros
y que engañoso encubre la mortífera carga
de tu ritual dispuesto como un cuchillo alzado
en el altar nocturno
sobre el ave escogida al sacro vaticinio
de un inmortal minuto de perfección y gloria.
Quizá el encaje oscuro en el que envuelves
parcamente tu cuerpo, sea el vestido espléndido
del primitivo fasto, del olvidado culto
y solemne de la celebración antigua.
Y la puntilla negra de tu bordado hábito
la pústula mohosa, carroña ennegrecida,
la anunciada y segura podredumbre futura
que trocará tu exquisito desnudo en osamenta.
Y sin embargo quiero desvelar tu misterio
que me muestres las prendas de la liturgia arcaica,
el ajuar de delicia que ocultas bajo el día
La delicada trama tejida de locura
que sostiene las lunas que te orbitan,
la levedad celosa de un isósceles diáfano
que guarda un recóndito abismo de arrebato;
que enarboles los gestos sagrados que presignan
un rito oscurecido de pasiones prohibidas,
crujido que produce esta secreta música
de epidermis pautada de negras y corcheas;
ensombrecido cielo, ardid de velos, trampa,
tela de araña negra donde queda prendido
mi deseo inconsciente, indómito, imparable
abocado al abismo profundo de la nada
que abres bajo mis raíces
en la informe frontera del amor y la muerte.
A. Piquer
sábado, 15 de enero de 2011
jueves, 13 de enero de 2011
sábado, 8 de enero de 2011
Y si arde el mar.
(A Pere Gimferrer)
Y si arde el mar
No quedará siquiera
su consuelo sosegado y eterno,
su oscuridad final
de trágico destino ineluctable.
Y si arde el mar
Consumará la ausencia
su corrupto silencio,
se arruinará la digna
arquitectura ensombrecida
de la muerte.
No habrá himnos ni cantos,
permanencia de ninguna memoria.
Tan solo el asco,
la amargura en la espera
de su anónimo lecho
de légamo abrasado.
Porque si el mar silencia y evapora
su palabra de espuma
no quedará sino la sed eterna,
ácida, blanquecida y estéril,
esta sed de último amor que no se calma,
esta brutal nostalgia de oleaje.
A. Piquer 2010
(A Pere Gimferrer)
Y si arde el mar
No quedará siquiera
su consuelo sosegado y eterno,
su oscuridad final
de trágico destino ineluctable.
Y si arde el mar
Consumará la ausencia
su corrupto silencio,
se arruinará la digna
arquitectura ensombrecida
de la muerte.
No habrá himnos ni cantos,
permanencia de ninguna memoria.
Tan solo el asco,
la amargura en la espera
de su anónimo lecho
de légamo abrasado.
Porque si el mar silencia y evapora
su palabra de espuma
no quedará sino la sed eterna,
ácida, blanquecida y estéril,
esta sed de último amor que no se calma,
esta brutal nostalgia de oleaje.
A. Piquer 2010
viernes, 7 de enero de 2011
Lluvia encendida.
que empapaba temprana mi despertar de lienzos,
e incitaron tus manos de necesario pétalo
erguida mi ternura en tu penumbra.
Hubo otra lluvia encendida de espumas
que sosegaba la sed de este desierto
y renovaba perenne su milagro,
el efímero asombro de sus gotas,
sus nacaradas gotas claras y estremecidas
como gozoso reverso de la sangre,
como súbito hallazgo en lo profundo
ante las mismas puertas de la muerte;
que hacía horizontal tu silencio tendido
tu galerna interior, tu maremoto.
Y hubo otra lluvia de asombro en tus pupilas,
la líquida tempestad relampagueante
del amor, pero fue en otro tiempo
tropical y distante de bosque y manantiales
que ya no se recuerda.
A. Piquer Dic 10
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