Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨
¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨¨

MIGUEL HERNANDEZ GILABERT

Miguel Hernandez - Joan Baez. 



PARA LA LIBERTAD





Miguel Hernández.   (Los datos son reiterativos en ocasiones, tomados de diferentes páginas, que fijen en la memoria la vida del poeta más hondo de la literatura española)

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 12 de octubre de 1910 – Alicante, España, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono de la generación del 27».

Recordar a Miguel Hernández que desapareció en la oscuridad y recordarlo a plena luz, es un deber de España, un deber de amor. Pocos poetas tan generosos y luminosos como el muchachón de Orihuela cuya estatua se levantará algún día entre los azahares de su dormida tierra. No tenía Miguel la luz cenital del Sur como los poetas rectilíneos de Andalucía sino una luz de tierra, de mañana pedregosa, luz espesa de panal despertando. Con esta materia dura como el oro, viva como la sangre, trazó su poesía duradera. ¡Y éste fue el hombre que aquel momento de España desterró a la sombra! ¡Nos toca ahora y siempre sacarlo de su cárcel mortal, iluminarlo con su valentía y su martirio, enseñarlo como ejemplo de corazón purísimo! ¡Darle la luz! ¡Dársela a golpes de recuerdo, a paletadas de claridad que lo revelen, arcángel de una gloria terrestre que cayó en la noche armado con la espada de la luz! Pablo Neruda

Miguel Hernández

(Orihuela, 1910 - Alicante, 1942) Poeta español. Adscrito a la Generación del 27, destacó por la hondura y autenticidad de sus versos, reflejo de su compromiso social y político.
Nacido en el seno de una familia humilde y criado en el ambiente campesino de Orihuela, de niño fue pastor de cabras y no tuvo acceso más que a estudios muy elementales, por lo que su formación fue autodidacta.
Su interés por la literatura lo llevó a profundizar en la obra de algunos clásicos, como Garcilaso de la Vega o Luis de Góngora, que posteriormente tuvieron una marcada influencia en sus versos, especialmente en los de su etapa juvenil. También conoció la producción de autores como Rubén Darío o Antonio Machado. Participó en las tertulias literarias locales organizadas por su amigo Ramón Sijé, encuentros en los que se relacionó con la que luego fue su esposa e inspiradora de muchos de sus poemas, Josefina Manresa.

Con veinticuatro años viajó a Madrid y conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda; con este último fundó la revista Caballo Verde para la Poesía. Las ideas marxistas del poeta chileno tuvieron una gran influencia sobre el joven Miguel, que se alejó del catolicismo e inició la evolución ideológica que lo condujo a tomar posiciones de compromiso beligerante durante la Guerra Civil.

Tras el triunfo del Frente Popular colaboró con otros intelectuales en las Misiones Pedagógicas, movimiento de carácter social y cultural. En 1936 se alistó como voluntario en el ejército republicano. Durante la contienda contrajo matrimonio con Josefina Manresa, publicó diversos poemas en las revistas El Mono Azul, Hora de España y Nueva Cultura, y dio numerosos recitales en el frente. El fallecimiento de su primer hijo (1938) y el nacimiento del segundo (1939) se añadieron como motivo inspirador de su obra poética. Terminada la guerra regresó a Orihuela, donde fue detenido. Condenado a muerte, luego se le conmutó la pena por la de cadena perpetua. Después de pasar por varias prisiones, murió en el penal de Alicante víctima de un proceso tuberculoso: de esta forma se truncó una de las trayectorias más prometedoras de las letras españolas del siglo XX.

La poesía de Miguel Hernández

Aunque cronológicamente el autor debería pertenecer a la llamada promoción del 35, de la que formaron parte poetas como L. Rosales o L.M. Panero, el estilo de su obra y su relación con los representantes de la Generación del 27 hacen que se le considere el miembro más joven de esta última, el "genial epígono del grupo" en palabras de Dámaso Alonso. Su trayectoria como escritor dio comienzo con algunas colaboraciones en la revista de tendencia católica El Gallo Crisis, dirigida por Ramón Sijé.
Su primer volumen de versos, Perito en lunas (1934), está formado por 42 octavas reales en las que los objetos cotidianos y humildes son descritos con un hermetismo formal en el que trasluce claramente el magisterio gongorino. Sin embargo, en otros poemas de la misma época se intuye una mayor soltura verbal y el inicio de su compromiso con la causa de los desheredados.



El poeta tal y como lo retrató Buero Vallejo en prisión

En 1934, después de dar a conocer en la revista Cruz y Raya el auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, de carácter calderoniano, comenzó la que a la postre fue considerada su obra maestra y de madurez, El rayo que no cesa (1936), que inicialmente pensaba titular El silbo vulnerado. La vida, la muerte y el amor (éste como hilo conductor del poemario) son los ejes centrales de un libro compuesto mayoritariamente por sonetos y deslumbrante en su conjunto, aunque destaca alguna elegía como la dedicada a la muerte de Ramón Sijé, escrita en tercetos encadenados y considerada una de las más importantes de la lírica española de todos los tiempos.

Durante la Guerra Civil cultivó la llamada poesía de guerra: su fe republicana se plasmó en una serie de poemas reunidos en Viento del pueblo (1937), que incluyó la "Canción del esposo soldado", dirigida a su mujer, y otras creaciones famosas, como "El niño yuntero". También en este período concibe El hombre acecha (1939), que manifiesta su visión trágica de la contienda fratricida, y diversos textos dramáticos que se publicaron con el título Teatro en la guerra (1937).

Mientras se hallaba en la cárcel escribió Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), donde hizo uso de formas tradicionales de la poesía popular castellana para expresar en un estilo conciso y sencillo su hondo pesar por la separación de su mujer y sus hijos y la angustia que le producían los efectos devastadores de la guerra.


1939. Nace su segundo hijo, Manuel Miguel, el 4 de enero. Al finalizar la guerra es detenido en Rosal de la Frontera (Huelva). De allí pasa a las cárceles de Sevilla y Madrid, donde compone las famosas «Nanas de la cebolla». Puesto, inesperadamente, en libertad, es detenido de nuevo en su pueblo, Orihuela, pasando a los calabozos del Seminario, convertido en Penal.

1940. Es trasladado a Madrid, a la prisión de la plaza Conde de Toreno. El 18 de enero es condenado a pena de muerte por haber escrito contra el fascismo, Meses más tarde se le cambiará esta pena por una condena de 30 años de prisión. En septiembre es trasladado a la Prisión de Palencia, y de allí pasa al Reformatorio de Adultos de Ocaña. Sufre bronquitis y otras enfermedades.

1941. Continúa su calvario de cárceles. Se le traslada, en junio, al Reformatorio de Adultos de Alicante, su tierra. Su mujer y familiares le visitan, pero la enfermedad se agrava con nuevas recaídas. Se le aprecia tifus y tuberculosis.

1942. El 28 de marzo muere en la enfermería de la prisión alicantina, siendo enterrado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio, de Alicante. Contaba a su muerte, 31 años de edad.

Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910 – Alicante, España, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX.

Poeta español. Su vocación literaria le llevó a leer a los autores clásicos españoles y a ingresar en el círculo El Radical, con Ramón Sijé, con quien tendría una gran amistad. Tras publicar algunos poemas en el periódico de Orihuela y la revista El Gallo Crisis, en 1933 apareció su primer libro, Perito en lunas cuyo estilo característico caló hondo en ciertos sectores de la crítica y literatura de la época.

En 1934 se trasladó a Madrid, no sin pasar dificultades al principio, y publicó, esta vez en la revista Cruz y Raya, su auto sacramental Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras. En 1935 apareció El rayo que no cesa, integrado principalmente por sonetos escritos según las formas clásicas de siglo de oro. Al iniciarse la guerra civil española, Hernández se afilió al Partido comunista y se alistó en el ejército republicano.

Durante la guerra, su producción poética tuvo un carácter marcadamente político, incluso propagandístico: Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1939) y El labrador de más aire que, aunque publicado en 1937, su redacción es muy anterior. Ese mismo año, se casó con Josefina Manresa, y, a lo largo de la guerra, participó en actividades de izquierda comunista y antifascismo internacionales (II congreso de intelectuales antifascistas y un viaje como invitado a la Unión Soviética, al II congreso de teatro soviético). Con la victoria del bando nacional, el poeta fue condenado a muerte, pena que fue conmutada por la de treinta años. A su paso por varios penales, fue componiendo su Cancionero y romancero de ausencias (publicado póstumamente en 1958), muriendo de tuberculosis en el penal de Alicante, en 1942.

Miguel Hernández. Biografía

Miguel Hernández Gilabert. (Orihuela, 30 de octubre de 1910 - Alicante, 28 de marzo de 1942). Poeta y dramaturgo español.

De familia humilde, tuvo que abandonar muy pronto la escuela para ponerse a trabajar como pastor. A pesar de esto, desarrolla su capacidad para la poesía gracias a ser un gran lector de la poesía clásica española. Formó parte de la tertulia literaria en Orihuela, donde conoció a Ramón Sijé, con el que establecería una gran amistad.

A partir de 1930 comienza a publicar sus poesías en revistas tales como El Pueblo de Orihuela o El Día de Alicante. En la década de 1930 viaja a Madrid y colabora en distintas publicaciones y establece relación con los poetas de la época. A su vuelta a Orihuela redacta Perito en Lunas donde refleja las influencias recibidas de los autores que leyó en su infancia y conoció en su viaje a Madrid. En 1934, comienza su relación con Josefina Manresa, que será su mujer y su apoyo más importante a la que dedicará numerosos poemas de amor.




Ya establecido en Madrid, trabaja como redactor en el diccionario taurino de Cossío y en las Misiones pedagógicas de Alejandro Casona y colabora en importantes revistas poéticas españolas. En el aspecto estilístico, se aprecia en estos años la búsqueda de un estilo personal, lo que se aprecia en sus poemas titulados El silbo vulnerado e Imagen de tu huella que culminarán en El Rayo que no cesa (1936).

Tomó parte muy activa en la guerra civil española y acabada la guerra viajó a Portugal pero fue detenido en la frontera española. Condenado a pena de muerte, se le conmutó por la de treinta años, pero no cumple la condena porque muere de tuberculosis el 28 de marzo de 1942 en la enfermería de la prisión de Alicante. Es enterrado en el cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante.

Durante la guerra compuso Viento del pueblo (1937) y El hombre acecha (1938) con un estilo que se conoció como “poesía de guerra”. En la cárcel acabó Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941).

Por su edad pudiera considerarse un epígono de la llamada generación de 1927. Con todo, no hay duda de que en su base se encuentran influencias de Garcilaso, Góngora, Quevedo y San Juan de la Cruz.

El ejército rojo

Miguel Hernández  en el frente .

Ya verás como todos estos sufrimientos que estamos pasando tienen su compensación muy pronto y verás como no se nos acaba ya nunca la felicidad (...). Tienes que llegar a comprender que con la guerra que nos han traído no defendemos más que el porvenir de los hijos que hemos de tener. Yo no quiero que esos hijos nuestros pasen penalidades, las humillaciones y las privaciones que nosotros hemos pasado, y no solamente nuestros hijos, sino todos los hijos del mundo que vengan. A tus hijos, a mis hijos, les enseñaré a trabajar, sí, porque el trabajo es lo más digno en el hombre, pero a trabajar con alegría y sin amos que los hagan sufrir con insultos y atropellos. Tengo muchas ganas, nena Josefina, de tener hijos contigo. Mi mayor alegría la voy a tener el día que tú me asegures que voy a ser padre, que vas a ser madre.

Miguel Hernández le escribía esta carta a su mujer, Josefina Manresa, seis meses después de que empezara la Guerra Civil. El poeta no podía vivir sin las cartas de Josefina, se quejaba en la correspondencia de que no le contestara a vuelta de correo, y con cartas más largas. Miguel Hernández había combatido en la defensa de Madrid y era un comunista. En el transcurso de la guerra, miliciano de la cultura en tantos frentes, escribirá algunos de los poemas más hermosos de sus tiempo, como la Canción del esposo soldado, por ejemplo. O El niño yuntero, un poema que en mis primeros años de maestro les hacía aprender a los alumnos; hay quien, como el filósofo Ricardo Costas, aún la recuerda verso a verso.

Miguel Hernández y Josefina Manresa¨en Jaén, 1937

En los primeros días de marzo de 1939, Miguel Hernández se encuentra en Madrid. Se niega a recibir asilo diplomático en alguna embajada. El 7 de marzo despegan desde Monóvar (Alicante) Rafael Alberti, María Teresa León, La Pasionaria, y otras figuras relevantes del PCE y del gobierno de la República. El día 9 de marzo Miguel Hernandez se marcha de Madrid camino de su pueblo, Orihuela. Cinco días después tras un viaje a pie y, a veces, en carro ya está cerca. Pero pasa antes por Valencia para recoger el original de su libro El hombre acecha ya impreso, pero sin encuadernar en los talleres de la Tipografía Moderna. Miguel Hernández no verá su libro publicado.

Su biógrafo José Luis Ferris (Miguel Hernández. Pasiones, cárcel y muerte de un poeta.) escribe: "Miguel [Hernández], que había entrado en el Partido Comunista de la mano de María Teresa [León] y Rafael [Alberti], que había estado unido a los altos mandos del ejército republicano [Enrique Líster, Valentín González El Campesino], que había sido poeta-soldado al lado de la Troika del Komintern en España -Togliatti, Feodorov, Stepanov, Vittorio Vidali-, no fue tenido en cuenta por ninguno de sus camaradas (...) y era abandonado a su suerte..."
Y en Orihuela busca refugio Miguel Hernández aquel 1 de abril de 1939, cuando la guerra termina oficialmente. Luego vendrá la huida, su captura, la cárcel, las cartas que nunca dejó de escribir a su mujer, las preocupaciones por la salud de su hijo Manuel Miguel, las Nanas de la cebolla y la muerte en 1942.

Hoy que se cumplen setenta años del final de la Guerra Civil nadie se acuerda del poeta que, cuando llegó la derrota, se fue a su pueblo. Creo que aunque le hubieran reservado un asiento en

Miguel Hernandez y Josefina Manresa

aquellos aviones que despegaron de Monóvar con la flor y nata del PCE tampoco lo aceptaría, era comunista y poeta, y conservaba intactas la inocencia y la vergüenza. Y se quedó, como Matilde Landa que, por disciplina comunista, mientras los franquistas ocupaban Madrid, ella se disponía a reconstruir el Partido. Y tampoco nadie se acuerda de ella, a la que Miguel Hernández había dedicado un poema.

Pero sí se acordaban los franquistas aun mucho después. Tengo aquí al lado un ejemplar manoseado y agrietado de la Antología de Miguel Hernández de la ed. Losada, la sexta edición de 1973. Anoté el día que lo compré, 18 de febrero de 1974. De esa antología seleccioné una docena de poemas y montamos un recital en la Residencia de Estudiantes de Pontevedra aquel mismo año. Pero Miguel Hernández aún levantaba ampollas y lo prohibieron. Aquí queda uno de esos poemas, del Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941):


Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristres, tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes, tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristres, tristes

Miguel y Matilde, emblemas memorables de aquel pudridero que era España, preñado de sangre, muerte y derrota. Combatientes de aquella República que el último parte de guerra calificó de "cautivo y desarmado ejército rojo".

Obras

Poesía

• Perito en lunas, Murcia, La Verdad, 1933 (Prólogo de Ramón Sijé).

• El rayo que no cesa, Madrid, Héroe, 1936.

• Viento del pueblo. Poesía en la guerra, Valencia, Socorro Rojo Internacional, 1937 (Prólogo de Tomás Navarro Tomás).

• El rayo que no cesa, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1949 (Prólogo de José María Cossío. Incluye poemas inéditos).

• Seis poemas inéditos y nueve más, Alicante, Col. Ifach, 1951.

• Obra escogida, Madrid, Aguilar, 1952 (Incluye poemas inéditos).

• Cancionero y romancero de ausencias, (1938–1941), Buenos Aires, Lautaro, 1958 (Prólogo de Elvio Romero).

• Antología, Buenos Aires, Losada, 1960 (Selec. y Prólogo de Mª de Gracia Ifach. Incluye poemas inéditos).

• Obras completas, Buenos Aires, Losada, 1960 (Ordenada por E. Romero. Prólogo de Mª de Gracia Ifach).

• El hombre acecha, Santander, Diputación, 1961 (Facsímil de la primera edición de 1939 perdida en imprenta).

• Obra poética completa, Madrid, Zero, 1979 (Introducción, estudio y notas de Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia).

• 24 sonetos inéditos, Alicante, Instituto de estudios Juan Gil-Albert, 1986 (Edición de José Carlos Rovira).

[editar] Teatro

• Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, Madrid, 1929.

• El torero más valiente, 1935

• El labrador de más aire, Valencia, Nuestro Pueblo, 1937.

• Teatro en la guerra, Alicante, Socorro Rojo Internacional, 1937.

• El pastor de la muerte, 1938

(Octava real

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Saltar a navegación, búsqueda

Octava real, estrofa de origen italiano que se estableció en la métrica española durante el inicial Renacimiento, creada por Boccaccio (1313 - 1375), al ser introducida por Garcilaso de la Vega y Juan Boscán.

Consiste en ocho versos endecasílabos con tres rimas consonantes cuyos seis primeros riman alternadamente con las dos primeras; los dos últimos constituyen un pareado final de rima distinta: ABABABCC.

Aunque al principio se utilizó con fines líricos, en ese mismo siglo ya se constituyó en vehículo ideal y exclusivo para largos poemas narrativos de épica culta desde que los grandes escritores épicos del Renacimiento italiano lo utilizaran en sus obras (Matteo Maria Boiardo en su Orlando Innamorato, Ludovico Ariosto en Orlando Furioso y Torquato Tasso en Jerusalén liberada). Este uso sería imitado en español por Alonso de Ercilla en La Araucana.

MIGUEL HERNANDEZ. POEMAS

CANCIÓN DEL ESPOSO SOLDADO



He poblado tu vientre de amor y sementera,

he prolongado el eco de sangre a que respondo

y espero sobre el surco como el arado espera:

he llegado hasta el fondo.



Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,

esposa de mi piel, gran trago de mi vida,

tus pechos locos crecen hacia mí dando saltos

de cierva concebida.



Ya me parece que eres un cristal delicado,

temo que te me rompas al más leve tropiezo,

y a reforzar tus venas con mi piel de soldado

fuera como el cerezo.



Espejo de mi carne, sustento de mis alas,

te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.

Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,

ansiado por el plomo.



Sobre los ataúdes feroces en acecho,

sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa

te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho

hasta en el polvo, esposa.



Cuando junto a los campos de combate te piensa

mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,

te acercas hacia mí como una boca inmensa

de hambrienta dentadura.



Escríbeme a la lucha, siénteme en la trinchera:

aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo,

y defiendo tu vientre de pobre que me espera,

y defiendo tu hijo.



Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado

envuelto en un clamor de victoria y guitarras,

y dejaré a tu puerta mi vida de soldado

sin colmillos ni garras.



Es preciso matar para seguir viviendo.

Un día iré a la sombra de tu pelo lejano,

y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo

cosida por tu mano.



Tus piernas implacables al parto van derechas,

y tu implacable boca de labios indomables,

y ante mi soledad de explosiones y brechas

recorres un camino de besos implacables.



Para el hijo será la paz que estoy forjando.

Y al fin en un océano de irremediables huesos

tu corazón y el mío naufragarán, quedando

una mujer y un hombre gastados por los besos.



EL NIÑO YUNTERO



Carne de yugo, ha nacido

más humillado que bello,

con el cuello perseguido

por el yugo para el cuello.



Nace, como la herramienta,

a los golpes destinado,

de una tierra descontenta

y un insatisfecho arado.



Entre estiércol puro y vivo

de vacas, trae a la vida

un alma color de olivo

vieja ya y encallecida.



Empieza a vivir, y empieza

a morir de punta a punta

levantando la corteza

de su madre con la yunta.



Empieza a sentir, y siente

la vida como una guerra

y a dar fatigosamente

en los huesos de la tierra.



Contar sus años no sabe,

y ya sabe que el sudor

es una corona grave

de sal para el labrador.



Trabaja, y mientras trabaja

masculinamente serio,

se unge de lluvia y se alhaja

de carne de cementerio.



A fuerza de golpes, fuerte,

y a fuerza de sol, bruñido,

con una ambición de muerte

despedaza un pan reñido.



Cada nuevo día es

más raíz, menos criatura,

que escucha bajo sus pies

la voz de la sepultura.



Y como raíz se hunde

en la tierra lentamente

para que la tierra inunde

de paz y panes su frente.



Me duele este niño hambriento

como una grandiosa espina,

y su vivir ceniciento

resuelve mi alma de encina.



Lo veo arar los rastrojos,

y devorar un mendrugo,

y declarar con los ojos

que por qué es carne de yugo.



Me da su arado en el pecho,

y su vida en la garganta,

y sufro viendo el barbecho

tan grande bajo su planta.



¿Quién salvará a este chiquillo

menor que un grano de avena?

¿De dónde saldrá el martillo

verdugo de esta cadena?



Que salga del corazón

de los hombres jornaleros,

que antes de ser hombres son

y han sido niños yunteros.





ELEGÍA



(En Orihuela, su pueblo y el mío, se

me ha muerto como del rayo Ramón Sijé,

con quien tanto quería).



Yo quiero ser llorando el hortelano

de la tierra que ocupas y estercolas,

compañero del alma, tan temprano.



Alimentando lluvias, caracolas

y órganos mi dolor sin instrumento.

a las desalentadas amapolas



daré tu corazón por alimento.

Tanto dolor se agrupa en mi costado,

que por doler me duele hasta el aliento.



Un manotazo duro, un golpe helado,

un hachazo invisible y homicida,

un empujón brutal te ha derribado.



No hay extensión más grande que mi herida,

lloro mi desventura y sus conjuntos

y siento más tu muerte que mi vida.



Ando sobre rastrojos de difuntos,

y sin calor de nadie y sin consuelo

voy de mi corazón a mis asuntos.



Temprano levantó la muerte el vuelo,

temprano madrugó la madrugada,

temprano estás rodando por el suelo.



No perdono a la muerte enamorada,

no perdono a la vida desatenta,

no perdono a la tierra ni a la nada.



En mis manos levanto una tormenta

de piedras, rayos y hachas estridentes

sedienta de catástrofes y hambrienta.



Quiero escarbar la tierra con los dientes,

quiero apartar la tierra parte a parte

a dentelladas secas y calientes.



Quiero minar la tierra hasta encontrarte

y besarte la noble calavera

y desamordazarte y regresarte.



Volverás a mi huerto y a mi higuera:

por los altos andamios de las flores

pajareará tu alma colmenera



de angelicales ceras y labores.

Volverás al arrullo de las rejas

de los enamorados labradores.



Alegrarás la sombra de mis cejas,

y tu sangre se irán a cada lado

disputando tu novia y las abejas.



Tu corazón, ya terciopelo ajado,

llama a un campo de almendras espumosas

mi avariciosa voz de enamorado.



A las aladas almas de las rosas

del almendro de nata te requiero,

que tenemos que hablar de muchas cosas,

compañero del alma, compañero.



10 de enero de 1936





LA BOCA



Boca que arrastra mi boca:

boca que me has arrastrado:

boca que vienes de lejos

a iluminarme de rayos.



Alba que das a mis noches

un resplandor rojo y blanco.

Boca poblada de bocas:

pájaro lleno de pájaros.

Canción que vuelve las alas

hacia arriba y hacia abajo.

Muerte reducida a besos,

a sed de morir despacio,

das a la grama sangrante

dos fúlgidos aletazos.

El labio de arriba el cielo

y la tierra el otro labio.



Beso que rueda en la sombra:

beso que viene rodando

desde el primer cementerio

hasta los últimos astros.

Astro que tiene tu boca

enmudecido y cerrado

hasta que un roce celeste

hace que vibren sus párpados.



Beso que va a un porvenir

de muchachas y muchachos,

que no dejarán desiertos

ni las calles ni los campos.



¡Cuánta boca enterrada,

sin boca, desenterramos!



Beso en tu boca por ellos,

brindo en tu boca por tantos

que cayeron sobre el vino

de los amorosos vasos.

Hoy son recuerdos, recuerdos,

besos distantes y amargos.



Hundo en tu boca mi vida,

oigo rumores de espacios,

y el infinito parece

que sobre mí se ha volcado.



He de volverte a besar,

he de volver, hundo, caigo,

mientras descienden los siglos

hacia los hondos barrancos

como una febril nevada

de besos y enamorados.



Boca que desenterraste

el amanecer más claro

con tu lengua. Tres palabras,

tres fuegos has heredado:

vida, muerte, amor. Ahí quedan

escritos sobre tus labios.





ANTES DEL ODIO



Beso soy, sombra con sombra.

Beso, dolor con dolor,

por haberme enamorado,

corazón sin corazón,

de las cosas, del aliento

sin sombra de la creación.

Sed con agua en la distancia,

pero sed alrededor.



Corazón en una copa

donde me lo bebo yo

y no se lo bebe nadie,

nadie sabe su sabor.

Odio, vida: ¡cuánto odio

sólo por amor!



No es posible acariciarte

con las manos que me dio

el fuego de más deseo,

el ansia de más ardor.

Varias alas, varios vuelos

abaten en ellas hoy

hierros que cercan las venas

y las muerden con rencor.

Por amor, vida, abatido,

pájaro sin remisión.

Sólo por amor odiado,

sólo por amor.



Amor, tu bóveda arriba

y no abajo siempre, amor,

sin otra luz que estas ansias,

sin otra iluminación.

Mírame aquí encadenado,

escupido, sin calor,

a los pies de la tiniebla

más súbita, más feroz,

comiendo pan y cuchillo

como buen trabajador

y a veces cuchillo sólo,

sólo por amor.



Todo lo que significa

golondrinas, ascensión,

claridad, anchura, aire,

decidido espacio, sol,

horizonte aleteante,

sepultado en un rincón.

Esperanza, mar, desierto,

sangre, monte rodador:

libertades de mi alma

clamorosas de pasión,

desfilando por mi cuerpo,

donde no se quedan, no,

pero donde se despliegan,

sólo por amor.



Porque dentro de la triste

guirnalda del eslabón,

del sabor a carcelero

constante, y a paredón,

y a precipicio en acecho,

alto, alegre, libre soy.

Alto, alegre, libre, libre,

sólo por amor.



No, no hay cárcel para el hombre.

No podrán atarme, no.

Este mundo de cadenas

me es pequeño y exterior.

¿Quién encierra una sonrisa?

¿Quién amuralla una voz?

A lo lejos tú, más sola

que la muerte, la una y yo.

A lo lejos tú, sintiendo

en tus brazos mi prisión,

en tus brazos donde late

la libertad de los dos.

Libre soy. Siénteme libre.

Sólo por amor.



Miguel Hernández