martes, 7 de mayo de 2013
Me traes aquel pedazo del corazón
que te llevaste un día
porque en mi sed de náufrago
rendí sobre la arena de la playa
mi agotamiento de pugna despiadada
contra la furia oscura del océano.
Yo no te di otra cosa que el deseo
del viento que empujase las velas
de mi nave. Tu convocas el canto
que alienta, derrotado ya el mar,
escondido en el fondo de la blanca
espiral de alguna caracola.
Vuelvo a darte las olas y su luz
y su horizonte azul e interminable,
el lugar donde yace el pecio de mi amor
plateado y dormido porque el único mundo
que conozco son ahora tus labios
y su beso de espuma.
Oh el beso blanco y gozoso de las olas!
(A.P. De "Memoria de Naufragios" Legados-Netwriters 2012)
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