Espejo.-
Este
reflejo torvo de mineral alzado
me
recuerda implacable que el tiempo
ha transcurrido, que
en la tarde que avanza
se oscurece el espacio paulatino
del cielo
que en un mosaico antiguo me
acusa
sin piedad con su mirada.
Mirarme
desde fuera, constatar lo objetivo
que
saben otros ojos, saber también lo mismo
que
los demás ya saben.
Son ellos los que aceptan cómo
soy.
Un diluvio de plata opaco y cuarteado
ha sumergido el mundo
de
todo lo pasado y su rescoldo,
y su luz me devuelve simétrica
en contra mi argumento.
Así
soy, fuera de este reflejo nada existe,
su
imagen cenicienta es la única nave
que
salva la
memoria objetiva
y veraz de mi propio transcurso
porque
la lluvia persistente, eterna,
este
cielo cerrado de insufrible plomo,
apaga sin piedad toda mirada,
extingue toda brasa.
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