Koré.-
Sacral, alba, desnuda y dórica;
alzando la blancura
marítima del lienzo
que de la piel descubre su simetría perfecta ,
el capitel secreto
de sus senos erguidos,
y la angélica
pureza de su fuste
su vientre y su
cintura,
la proporción
exacta de su cuello y sus brazos;
la azul hierofanía de sus ojos,
y el bermellón intenso de sus labios,
el sagrado
proscenio de su frontón bellísimo,
Mujer, arquitectura,
templo…
En su cuerpo
palpita el sentido del mundo,
toda ella es sacral,
ebriedad absoluta
del temblor de la luz, la
semilla que brota
derramada en el
umbral recóndito
ante la aún no desvelada cortina oscurecida
de la muerte.
Deslumbrante, marmórea
proporción aurea,
iniciática senda.
Penetro hasta lo oculto de su
sancta sanctorum,
donde alienta indescifrable su incógnita,
su más oscura voz,
la palabra terrible.
Allí, donde dios habla.
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