martes, 26 de octubre de 2010
Marilyn
Y si vieseis a Marilyn
quizá descubriríais el pánico en sus párpados
y puede ser, un estremecimiento oscuro
de alcohol y de cansancio en sus cuadernos;
un esférico miedo de insomnio ante la nada
y el humo de un pitillo serenando
su última indecisión ante el vacío.
Y si vieseis a Marilyn prendidos vuestros ojos
en sus ojos inmensos, en sus labios,
en su inocente pecho fascinante
y el fulgor infinito de los rayos rizados
de su pelo estelar e inalcanzable,
mas viva que ninguna cadavérica
lúgubre bailarina de Edgar Degas,
sabríais que hay un vino amoratado
y lívido que recorre sus venas
y huele a soledad número 5
como único vestido sobre sábanas
revueltas de muerte y de silencio.
Y si acaso os hablase os diría un poema
de abandono y de lobos sobre el puente de Brooklyn,
desde la tierra en que descansa en Westwood Village
y cómo fue arrojada desde la roca Leucade.
A. Piquer Oct 2010
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1 comentario:
Me encanta este poema. Es muy difícil versificar a Marilyn; o eso me parece a mí.
Me ha encantado esa alusión a Safo; puede que una nueva Safo en un continente nuevo, rota en sus versos, llenos de amargura y de introspecciones inconfesables.
Un beso,
Laura
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