“…Entre las nieblas del amanecer, los islotes de arena blanca surgieron uno a uno, un archipiélago de mármol brotando del mar como gotas petrificadas de una eyaculación divina. Odiseo divisó a una jovencita jugando en la arena de la playa y decidió acercarse para preguntarle el rumbo y recoger algo de fruta para el viaje. La niña hizo visera con la mano y le saludó desde lejos. Durante unos momentos, el pelo rubio, los ojos claros, las caderas infantiles y los finísimos tobillos bascularon al viento. Para cuando la quilla tocó fondo, tu padre ya estaba rumiando la forma de seducir a aquella belleza inverosímil que parecía recién nacida de las aguas. Le preguntó el rumbo a Ítaca y ella señaló hacia levante. Casi se quedó sin aliento al descubrir, al final del brazo extendido, la axila sin sombra, limpia y fresca como el nácar. Sintió un deseo loco de agacharse y posar su oído en aquella caracola para saber si podía oírse el mar. Entonces bajó los ojos y vió los pechos apenas esbozados, despuntados en dos rosas tiernas, el vientre suave y sin ombligo, el pubis sin el menor vestigio de vello, los muslos devanándose en miel viva. Cuando le preguntó si podía darle algo de fruta, seguía enredado en los pequeños dedos de los pies, entrelazados en el último estertor de una ola.
-Qué clase de fruta?- , respondió ella, y él no supo qué responder al enfrentarse a sus ojos, escritos con todos los verdes del mar. De golpe supo que ella era algo más que una niña o una mujer: era un país, una tierra, una raza. Y comprendió que podía navegar en ese rostro durante el resto de sus días, tomando como norte los soles rubios de su pelo, sin cansarse jamás de contemplar el alba en sus mejillas, la tierna noche de su boca o los escarpados arrecifes del iris. Cayó de rodillas, al compás de una ola que rompía contra aquellos pies minúsculos, y se agarró a su cintura mínima y perfecta no como si se encontrara en medio de una tormenta y ella fuese un navío, sino más bien como si él fuese un navío roto y desmadejado, y ella la tormenta.”
(Ed Destino, Barcelona. 2005)
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