que tejías paciente el sudario de Laertes
en el telar antiguo donde urdiste
nuestra historia de amor ;
que en silente secreto deshacías lo hecho
engañando el apremio infame de tus pretendientes.
A través de las islas y en el tedio espantoso
del océano frío y la lluvia de invierno
que empapaba las tablas de la ligera nave
pude escuchar el canto dulce de las sirenas
que volaban en torno al alto mástil
donde me ataron firme los viejos camaradas
y que alivió el terrible tiempo de soledad
y vacío que me dejó tu ausencia.
Decían que eras fiel, que me habías amado
sinceramente y me amabas aún y me esperabas
anegada de mi mismo vacío, con los ojos en lágrimas.
Y nunca llegué a Ítaca
a comprobar fehaciente tu explicación extraña
la traición que ocultaste a aquel poeta ciego
que contó nuestra historia
el relato imposible que sobre las rompientes
susurraron piadosas las aladas sirenas,el relato imposible que sobre las rompientes
de tu fidelidad tejida y destejida
de sudor y de besos como olvido de lotos
y constantes huidas como golpes de océano,
a constatar de cerca tu delirio de amantes
a destejer yo mismo la complicada urdimbre
de toda tu mentira, el oleaje adverso
el viento veleidoso, oscuro y el silencio
con que alejaste siempre mi nave de la patria.
Alfredo Piquer ("Paleografías"2009)
Homero y su guía. Adolphe Bouguereau 1874
No hay comentarios:
Publicar un comentario