Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
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Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
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martes, 30 de marzo de 2010

CIRCE (I)

De sombra es tu vestido y tu pasión antigua
está oculta en el fondo de una oscura morada.
Tu voz es de silencio, de gotas que golpean
y abren sendas erráticas de empañados cristales.
Tus ojos son dos prismas de agua donde descubro
tu efimera ternura de tierra y de tubérculo
de capas deshojadas que arranco y te reducen
poco a poco a la nada difusa que me escuece
que se nubla de lágrimas y es de azul humareda
y de vapor de pócima extraña y aromática
que asciende por el angosto vano                                                                             
de piedra entre mis vísceras. Tu mirada,
un destello nocturno de astro intermitente,
como de  ave vigilante e insomne.
Bajo tus pasos brotan raros hongos azules
y líquenes violetas paulatinos te cubren;
tus huellas son de bosque y de crujido
de días amarillos ya ajados, ya vencidos
de murmullos, de susurros dolientes
y de tempranas ráfagas frías y estremecidas
de inviernos que avecinan su sueño prolongado.

Pero tu eres de carne cuando pronuncias
las poderosas, únicas, las mágicas palabras,
las palabras terribles que temes y que evitas,
las que fulgen y estallan sobre el fuego de súbito,
tus palabras de amor, escondidas , sagradas
el conjuro secreto que pudo transformarme
de arrinconada bestia, de animal repulsivo,
en tu amante perfecto.

Alfredo Piquer



CIRCE (II).

Pero fueron estas artes de sombra
que practicas, como oscuro bagaje
aprendido en la cuna
el innombrable hábito
que desterró implacable
la compasión de tu alma
de hechicera que habita una isla de niebla
el odio que alimentas
como una huída en círculo,
el encono que nutres en tu fuga perenne
hacia ninguna parte
el conjuro terrible que detuvo mi tiempo
todo lo que cambiaba, sin que me diese cuenta,
el mar en este lodo
en el que me hallo preso desesperado y  roto                               
como la bestia que hoza la inmundicia ,
olvidada la playa, agotadas sus lágrimas.

Alfredo Piquer.
                                                                          Arriba:      Circe. John William Waterhouse
Circe.     John William Waterhouse

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