"De dónde venimos? Quienes somos? A dónde vamos?" Paul Gauguin 1897. |
A Paul Gauguin
Venimos de la sombra del mar interminable,
de un tiempo inamovible que no existe,
hasta donde la vida empieza todavía sin nombre.
Venimos desde una patria que se llamaba infancia,
cuando en los ojos, que se abrían apenas,la luz sembraba la brizna fugitiva del asombro
e iluminaba las islas de los mares remotos
donde siempre habitaron el sosiego y el éxtasis.
Y aunque los días pugnan incansables
por hacernos su presa todavía es el tiempo para nacer de nuevo como niños sin rostro,
muy lejos de la absurda estulticia
de las sordas ciudades, en medio del océano,
donde el coral esconde un mar de transparencia
turquesa y absoluta, donde la luz
pronuncia un “Ia orana” y el aroma fragante
que exhala la floresta se llama “Noa Noa”.
Aha oe feii? (Estás
celosa?) Óleo osobre lienzo 1892.
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Allí, en el silencio de las noches del trópico
podremos escuchar la dulce, murmuradora música,el latido más hondo del pecho en armonía
con los hombres y el mar, la montaña y el bosque,
libres al fin para poder cantar, crear, amar, morir.
de horizonte enigmático, como una fruta exótica
y prohibida que ofrece sin embargo,
simultáneo el sabor amargo y dulce de la verdad.
Mahana no atua ha llegado, el día de los dioses;
ha traído el ensueño nave nave moedel exquisito fruto que prohibieron
otros dioses mezquinos, temerosos
del canto jubiloso de la naturaleza
donde la piel se ofrece dorada y florecida
y en la fronda umbría en la que nacen
oscuros manantiales, las mujeres murmuran su deseo,
desnudas y excitantes en el palacio inmenso
que levanta la selva plena y originaria.
Vairaumati tei oa. Su nombre es Vairaumati. Oleo sobre lienzo |
ante el que oraban con sus tocas blancas
al salir del sermón las mujeres bretonas,
y su mudez perenne y amarilla.
Vairaumati aspira el humo de un cigarro
mientras extiende lenta a sus pies el pareoazul oscuro y blanco. Su desnudez de bronce
espera al dios Taaroa mientras se muestra espléndida.
Vaitauni va hacia el río, su cuerpo de oro
excita los sentidos para el amor;
sus pechos son la fruta más hermosa y más tierna
y yo soy Taaroa, el dios que está esperando
para abrirle las puertas del mismo paraíso.
Mi vahiné es sutil, es sabia porque es inocente.
Al fondo de sus ojos un enigma se esconde,
indescifrable y hondo como el tiempo.
Sus ojos me convocan con la palabra clara
del cálido deseo y sus muslos se abren
como un líquido magma al fondo del océano.En el hondo silencio tropical y distante
escucharé la música de su oscuro latido
de sus dormidos ojos, del murmullo lejano
del manantial sagrado que transitan las almas
para ir hasta la playa donde rompen las olas
sus espumas más puras, ya libre, ya salvaje,
desnudo y solitario ante el mar y la muerte.
Me sonríe y me llama a su cuerpo
y la Tiaré florece humedecida por el dulce rocíoy se abre como una ola mansa
que descubre la arena en la marea baja,
como la suave flor de Fanatea;
y el tiempo se diluye en la hora del gozo
en la ternura cálida de un juego de caricias
que crece sin palabras y penetra despacio
en el silencio denso de su noche más íntima.
Te arii vahine. La más bella. Óleo sobre lienzo 1896 |
Su risa me ha llevado hacia otros mares
más allá de los siglos por encima del tiempo,
en la leyenda bárbara en que habita,
porque su piel desnuda esplende en las riberas
de los ríos ocultos; porque solo sus labios
son ahora mis dioses.
Desnuda sobre el lecho, en mitad de la noche
cree que la vigila el alma de algún muerto.
Manao Tupapao. Pero los muertos duermen
y mi cuerpo entrañado en el suyo es el único fruto,
el gozo verdadero, la exclusiva belleza
que acaso permanece, fugaz, como una exigua llama
Manao Tupapao. El espíritu de los muertos vigila. oleo sobre lienzo. 1892 |
entre la fronda inmensa.
Y traza sin descanso sobre el lienzo
el sereno perfil de su piel ocre y verde
mi pincel; la proporción gozosa de su cuerpo,
su torso y sus caderas de oro oscuro , sus labios anchos,
sus ojos marfil negro, el contorno violeta de la noche
que bordea su lecho, el rosa amanecer sobre la arena
y el azul insondable hondo y cobalto de las olas,
las flores cadmio y zinc de su pareo,
el bermellón intenso de la fruta del mango
el fucsia malva azul anaranjado del reflejo
cambiante en las riberas. La pintura el poema;
los colores espléndidos del alma,
prestos e inacabables que brillan en los lienzos!
Tikis inamovibles en sus enclaves mágicos;
entre la fronda escrutan las aguas y la tierra
bajo la noche enlutada e inmóvil
y la niebla se cierne sobre el verde profundo
que ha cubierto la milenaria calma
del volcán. En su quietud pervive
todo este mundo extraño y primitivo.
Hina la diosa del amor con senos de mujer
e Hina, terrible, la diosa de la muerte
eran la misma diosa.
La juventud deviene sin intervalo apenas
en una oscura anciana de agrisados cabellos
que ha cubierto su rostro entre las manos.
Un angel de alas blancas se me acerca,
tal vez aquel que disputaba con Jacob; y precede a un anciano que aparece
con un reloj de arena entre las manos;
puede ser que este hombre envejecido
que simboliza el tiempo me lleve al infinito.
Pero cuando anochece un extraño silencio
ha invadido la isla, ni siquiera los gritos
de los pájaros turba su quietud absoluta
y las hojas que caen ya secas son el roce
Imperceptible del espíritu.
"Never More" (Pau'ura acostada) Oleo sobre lienzo. 1897 |
En Atuona, Hiva Oa, en Las Marquesas
todo se ha oscurecido; terminaron las danzas
y las dulces canciones se apagaron
solo el viento incansable zigzaguea en las ramas
y la tormenta se adueña del océano.
Parece que las islas se hubiesen sumergido
en el espacio penetrado por la noche.
Entre los rojos árboles del mango y la papaya
se alza una cruz y un abismo en silencio
donde se lee un nombre.
En la playa hay jinetes que pasean despacio
pero un caballo blanco que bebe en la ribera
espera ser montado. Ua mate Koké, ua pete enata.
Hoy ha muerto Gauguin, y ya estamos perdidos.
“Vosotras, leves brisas del Sur y del Sureste
que os juntais en el juego y las caricias daos prisa para correr unidas a la vecina isla;
encontraréis allí a aquel que se ha marchado
sentado ya a la sombra de su árbol favorito.
Decidle que , sin duda, me habéis visto llorar”.
A. Piquer. Julio 2013
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