Milagro y medicina de mi cuerpo vencido”
(Diego Jesús Jimenez. Crepúsculo en las aguas del Jucar. De “Bajorrelieve”)
Regresas en la memoria blanca de las olas,
en su espuma de besos y en el gozo
salobre del océano; vuelves de un sueño
y brotas de la niebla violeta del crepúsculo,
del esplendor temprano de la cárdena noche
que augura inmensamente el silencio sagrado
de su canto estelar. Oh remisión, promesa,
soledad de la arena que levemente riza
el viento del desierto desolado,
lejanía diluida de pronto; tallado habita
en el sillar del tiempo el sagrado pronóstico,
la secreta inscripción que anuncia tu retorno.
Se que estarás aquí porque ahora somos
paulatino paraíso de mutua pertenencia,
progresiva simbiosis de sombra desvelada;
tu eres el moteado animal velocísimo
que palpita vigilante en la ausencia
como las almas desnudas de los muertos
que abandonan el mar donde subyacen
y vuelven a la tierra cuando gira el planeta,
como violetas y azules amapolas
susurrando su canto de invierno en las alturas,
gozoso hallazgo a pesar del tiempo desfasado,
mano blanca que siento cálida y encendida;
tu eres el animal bellísimo que adopta
mi orfandad y protege mi exilio.
Vienes sobre las olas y en el aire del mar
con el ardiente viento que levanta su arena,
con la cárdena noche que inmensamente augura
la única gloria oscura e infinita
del amor, su salvación absoluta y efímera.
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