Lluvia encendida.
que empapaba temprana mi despertar de lienzos,
e incitaron tus manos de necesario pétalo
erguida mi ternura en tu penumbra.
Hubo otra lluvia encendida de espumas
que sosegaba la sed de este desierto
y renovaba perenne su milagro,
el efímero asombro de sus gotas,
sus nacaradas gotas claras y estremecidas
como gozoso reverso de la sangre,
como súbito hallazgo en lo profundo
ante las mismas puertas de la muerte;
que hacía horizontal tu silencio tendido
tu galerna interior, tu maremoto.
Y hubo otra lluvia de asombro en tus pupilas,
la líquida tempestad relampagueante
del amor, pero fue en otro tiempo
tropical y distante de bosque y manantiales
que ya no se recuerda.
A. Piquer Dic 10
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