Pájaros.-
“…lo mismo que se recoge algo de la vastedad del espacio al acariciar las alas de un pájaro.”
(Juan Marsé. Últimas tardes con Teresa)
“…y otra vez con el ala en los cristales jugando llamarán”
(Gustavo Adolfo Becquer)
Hay dos pájaros leves de alas tibias y pálidas
que levantan el vuelo cuando abismo mis ojos
en la tenue oquedad que habita entre sus nidos
atados a tu espalda, dos pájaros que guardas
bajo el alero rojo de tu cuello y tu boca.
Me llaman esos pájaros con gorjeo
de ternura infinita que invita a la caricia
bajo la blusa apenas abrochada.
Hay pájaros dormidos en tu pecho.
Tu pecho son dos pájaros que arrullan mi silencio
y aletean y encienden el corazón de súbito
y levantan el vuelo, y el asombro anhelante
de mis ojos y la amante impaciencia de mis manos;
a veces vuelo raudo de amanecer frenético
de curvas golondrinas,
a veces vuelo alto y sereno de gaviotas,
a veces vuelo tierno y pequeño de gorriones,
palomas que zurean con vaivén hipnótico
y viven y se posan en todos mis paisajes
donde pueblan las ramas más altas de los árboles
y cantan una canción de cumbres y laderas
y me dicen: “Oh ven, ven! Escóndete en la tibia
penumbra de este valle donde se extingue toda la tristeza
y roza con tu boca los picos delicados
que exigen su alimento.
Yo levanto despacio mi vuelo involuntario
y vertical de pájaro dormido y acudo
a su llamada dulce para volar con ellos,
bandada migratoria hacia un confín secreto,
hacia otras latitudes, al sur, donde otros bosques
australes me ofrecen su cobijo.
Alfredo Piquer 2011