Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
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Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
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lunes, 28 de mayo de 2012

Princesa
La princesa que vive sobre un charco escarlata
lleva la piel tatuada con palabras secretas
de una tierra sin nombre.
Hay en su cuello, rota, una tela de araña
que no detuvo afecto ni besos ni caricias
y en sus valles ocultos  sueños palidecidos
se expanden como niebla de soledad.
Oscura su conciencia se pudre sobre el vano
nauseabundo del rencor y la ira
y  su pecho, simétrica, esconde todavía
la tentación de un fruto ajado y  venenoso.
Hubo siempre en sus bosques abrazos nunca dados
y un rictus en sus labios de desdén y en sus ojos
la piedra que me inunda perenne
de llanto inacabable desde el día lejano
en que encontré sus pasos;
una lluvia de lágrimas que ahonda las heridas
y me anega implacable en su charco viscoso
y escarlata.

Salomé. (Ian Massys 1509 - 1575)
28 mar 09

miércoles, 23 de mayo de 2012



                                                                      
Sobre este altar se celebró el sagrado rito
que establecía el lazo y la memoria única
de los dioses. Sobre este altar efímero
de pasión y de luz, como un relámpago,
tuvo lugar la redención, el gozo y el asombro;
aquí se consumó la fiebre de la especie:
se consumó el amor.
Sobre el ara inefable se escribieron
las palabras prohibidas que ignoran y someten
al miedo y la ceniza, la piedra única
que hiende y que penetra
la superficie del mar cuando es la muerte.
Sobre este altar aconteció el milagro
del amor y el misterio, aquel fulgor sumido
en la galerna , cercado finalmente por las aguas,
anegado por la ola gigante de la ira
que hundió su continente,
que elevó la marea y el oleaje oscuro
de los días sobre su voz última y sumergida,
y arrancó de raíz su lazo y su memoria
para ahogarlos en un abismo de desprecio
bajo el mar del silencio y del olvido.

Marzo 2010

jueves, 17 de mayo de 2012



















Selkit. Cofre canópico de Tutankamon (Hacia 1350 a J.C. )




Una mujer.-

                                                                “Entonan cánticos celestiales con los labios mancillados de tierra”
(Louis Welden Hawkins)
I.-

Un arcángel, un santo, un ser alado
inmarcesible y puro, postrado ante la hembra
que engendra un dios, sin detrimento del silencio,
de la dorada luz que envuelve su misterio.
Un arcángel , un santo que le anuncia, increíble,
el suceso: hágase en ella la palabra más alta.
Pero es ella una mujer, la que genera
un hijo extraordinario, la trenza lateral
sobre el cráneo afeitado, sentado  en su rodilla.

Ella es la fuerza oscura e invencible
El vértigo que siembra mi tristeza y mi gozo,
la esfinge ante quien yerro la respuesta.
Manifiesta su rostro de aquelarre y lanza
su funesta palabra.  Quien es ella,
la escuálida, de vestido espantoso
que parece no habitar este mundo?
El alba son sus ojos y los miro
sin poder evitarlo. Su frialdad eterna
corre desnuda en torno del banquete
de esponsales delante de mis perros.
Yo la alcanzo a caballo y arranco de su pecho
el corazón helado. La persigo de nuevo
y vuelvo a asesinarla y me suicido,
imparable y amarga la hemorragia
de días anegados de sangre de la ira.


II.-

Una mujer, reencontrado paisaje
bajo el repinte oscuro y los viejos barnices
del tiempo transcurrido.
Una mujer, la risa que convoca a la vida,
la palabra y el beso, la voz que en el espejo
del arroyo devuelve el eco de su amor
y define la tierra. Una mujer ligera
blanca de luna, arena dulce y amansado oleaje,
de mar negro y galena alejados y oscuros,
una hembra oceánica entristecida y honda
como princesa rota de una isla anegada,
una mujer airada que esconde bajo el halda
el afilado alfanje que ha segado mi cuello,
una mujer serena que retorna
al cabo del extraño laberinto del tiempo
a reclamar la paz en el crepúsculo.
Ella, la que sigue llamando
con la voz ineluctable de su sexo.
Ella, el poema perfecto, la belleza absoluta
que grita la pujanza imparable de la especie,
del animal futuro cuya piel se despoja
mientras brotan sus alas.

Llega para el amor, su orografía ebria
fluída y cálida como un mar que bordea
los lindes de la muerte. La sangre de los labios
con que despierta el pulso de la tierra;
las flores estelares que brotan en su pecho
mitigando la sed del corazón vacío,
sus pliegues submarinos augurando otros ámbitos
secretos donde crece una luna que alumbra
el primer llanto del hombre. Existe antes de Adán,
es ella quien modela la arcilla de otro sexo,
la seduce y la yergue  desde el amanecer del mundo.


III.-

Todas ellas son la misma mujer
que vuelve una vez y otra vez como la noche
a recordar amargo el rumor de la lluvia.
Solo ella convoca nuevamente
mi devastada juventud cuando levanta
dulcemente mi cuerpo calcinado que soslaya
su doliente ceniza con asombro.
Solamente su pecho repite la llamada
que descifra el sentido del mundo.
Y solamente un ángel, un ser privilegiado,
inmarcesible y puro se arrodilla ante ella
para anunciar un dios que alienta ya en su entraña.
Lo sabe porque es ella quien enfurece el mar
y alza su oleaje de galerna y lo secciona
para que lo atraviese el pueblo que ha elegido
y lo amansa de nuevo ya vertida su espuma
y amansadas sus olas en la orilla.

Una mujer, que esboza una sonrisa de sfumatto,
que sostiene perenne con un leve desdén el universo
mientras el tiempo nos lleva velocísimo
hacia el sueño más largo y claudican despacio
el cuerpo y el rescoldo del fuego que aun incendia
la quimera  de su imposible amor,
como un canto celeste manchado entre sus labios .















La Anunciación. Fragmento (Simone Martini 1333. Galleria degli Uffizi. Florencia) 

Esfinge.-


Entreabres los labios como un estallido
de sangre para el beso
y tu piel es el eterno viaje, la excitante promesa
que desciende hacia el paisaje de tu pecho
bajo los leves lienzos de tu blusa.
Tu pecho la llamada hacia el sudor
en el umbral secreto donde lates.

La sombra de tus párpados
y el negro amanecer oblicuo en tus pestañas
me llaman por el camino fascinante
de tus ojos bellísimos, tus ojos infinitos
como piedras que miran
desde tu cola verdiazul desplegada de pronto.

Sobre las piedras arruinadas de estos días
brota el veneno rojo con que tiñes tus labios;
sobre las ruinas te levantas alada
mientras huyen los pájaros y se ocultan los ángeles
y las flores de oro exhalan los aromas
de su tóxica atmósfera y cantan ensalzando
tus pasos moteados de guepardo.

Tu eres la esfinge, tu, la que me pregunta
cual sea el animal que extrañamente anda
con cuatro y dos y tres extremidades,
que a menudo tropieza en los mismos obstáculos
y yerra eternamente…
Tu eres quien me amenaza, perversa, con la muerte,
quien exige implacable la blanquecida lágrima
viril de mi tristeza

Tu eres la soledad, la estéril lejanía,
la hembra del agravio y del olvido;
mi destino es errar eternamente la repuesta,
derramar una vez y otra vez
este desasosiego, este instinto salvaje
ante el enigma de tu belleza letal
e inextinguible.


















Alas.-

Aun otras alas que ocultas replegadas
se han abierto de pronto bajo el canto
dulce de la llovizna que me llama y me empapa.
Esas alas me llaman a un escondido ascenso
en la hondura exquisita donde indaga profunda
el ave que despiertas y atraes hacia otro nido.
Las alas que se abren al pie de de la atalaya
que en ti ha desvelado el origen del mundo.
Allí llevo mi voz, mi aliento y la caricia
de la húmeda palabra que guardo tras el beso.
Breves alas de carne  que me elevan al aire
más alto, más glorioso, tus alas desplegadas
que revelan tu nombre más sensible,
más tierno y más oculto; que ciñen con firmeza
mi última voz, la trayectoria ciega que trazo
entre las nubes que escampan en tus ingles
y descubren el cielo anochecido donde esplende
de júbilo el amor, de gozo nuestro vuelo.


viernes, 4 de mayo de 2012

La imagen nueva, sí. Sí, la imagen original, personal, el verso, el poema potente, plástico, surreal si se quiere, en la medida en que hallazgo, disfrute, sugerencia contínua del lenguaje, incluso enigmática, asociación nueva e impensada de conceptos e ideas...
Pero no porque sí, no como mero juego incoherente y arbitrario, falso e ininteligible, porque el rey va desnudo y el poema no puede ser estafa, mero ejercicio de escritura elitista y hueca, sino verdadera y honradamente mensaje, sinceramiento, desgarro, intento de ahondar en la conciencia profunda y común de lo humano.