Se dicen los poemas que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados, piden ser, piden ritmo, piden ley para aquello que sienten excesivo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria como el pan de cada día,como el aire que exigimos trece veces por minuto, para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Maldigo la poesía concebida como un lujo cultural por los neutrales que, lavándose las manos, se desentienden y evaden. Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
No es una poesía gota a gota pensada. No es un bello producto. No es un fruto perfecto. Es algo como el aire que todos respiramos y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

(Gabriel Celaya)
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Instrucciones de uso.

La plantilla de este blog, como creo que no sería seguramente necesario explicar, tiene dos columnas independientes. La de la Izquierda, más ancha, con entradas, textos e imagenes, propias. Y la de la derecha, más estrecha, asimismo independiente aunque textos e imágenes de una y otra puedan coincidir a la misma altura en la pantalla.
Por lo demás se use y ojalá se abuse en el mejor sentido. Se admiten todos los comentarios y críticas. Significará que los poemas, textos o imágenes habrán podido sugerir algo positivo al visitante o lector.
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martes, 26 de octubre de 2010


Marilyn

 
Y si vieseis a Marilyn
quizá descubriríais el pánico en sus párpados
y puede ser, un estremecimiento oscuro
de alcohol y de cansancio en sus cuadernos;
un esférico miedo de insomnio ante la nada
y el humo de un pitillo serenando
su última indecisión ante el vacío.
Y si vieseis a Marilyn prendidos vuestros ojos
en sus ojos inmensos, en sus labios,
en su inocente pecho fascinante
y el fulgor infinito de los rayos rizados
de su pelo estelar e inalcanzable,
mas viva que ninguna cadavérica
lúgubre bailarina de Edgar Degas,
sabríais que hay un vino amoratado
y lívido que recorre sus venas
y huele a soledad número 5
como único vestido sobre sábanas
revueltas de muerte y de silencio.
Y si acaso os hablase os diría un poema
de abandono y de lobos sobre el puente de Brooklyn,
desde la tierra en que descansa en Westwood Village
y cómo fue arrojada desde la roca Leucade.

A. Piquer  Oct 2010
La noche

Si yo fuese la noche
secuestraría el tiempo de tu sueño
y aun dormida, cuando lo más sublime
habita en el sosiego de tu mente
viviría contigo otra existencia oscura
pero libre y alada en la calma del mundo.
Y apoyarías rendida tu cabeza
en mi hombro sombrío
estremecida de amor entre mi abrazo
cada nuevo crepúsculo y las estrellas brillarían
sobre tus párpados cerrados…
Si fuese yo la noche te elevarían mis alas
apagadas sin que tus pies tocasen
la aspereza hiriente de la tierra.
Si yo fuese la noche
y el sueño fuese olvido, inconsciente reposo
y lapso de la vida y la memoria…
Si esa fuese la única forma de tenerte conmigo
inmersa en el arrullo de la líquida
ensoñación perenne de los días del pasado
cuando también me amaste,
yo sería la noche para siempre,
donde los sueños ya nunca se terminan
la eterna noche de la que no es posible
volver a despertarse.

Sept 10



                                                                                                                       Cupido. Annie Swynnerton (1844 - 1933)
Como una terca sombra, tu recuerdo.
(Javier Vela. Tiempo adentro)

Cada vez que te alejas, cada vez que la ausencia
gélida sustituye el efímero rastro
de tu piel clara y tus ojos profundos
la huella que en mis ojos imprimió tu sonrisa
el lejano fulgor de un oscuro oleaje en tu mirada,
una náusea oscura se aviva en la memoria
y me abisma en la distancia de su herida …

Cada vez que constato que no estás, que te has ido
se desmorona un poco más el último
deseo de reanudar el tiempo
y niego con un gesto la apariencia del mundo
todos los otros mares
y cubro con la mano mi mirada vacía
y te oculto otro océano que se orilla en mis párpados.

No será de hojas ocres este otoño
no vestirá pisadas de cadmio luminoso
será de hojas violáceas y azules de penumbra
como un mar en la noche
de rigidez oscura y pálido crujido
y rumor de resaca sobre las piedras tristes
de la orilla que entrechocan su sonora derrota.
No se oirán apenas mis pasos al regreso,
se apagará la tarde sin que nada
pueda ahora detener su lenta, paulatina,
su exánime agonía.

Quizá regrese terca tu sombra, tu recuerdo
quizá vuelva a mis ojos tu sonrisa
avivando la herida en la memoria
como un eco perdido, un fulgor apagado
una náusea oscura, un crujido de hojas
marino y desolado al constatar de nuevo
que no estás, que te has ido.